COLEGIO SAN MIGUEL: VERGÜENZA PARA PIURA
(Piura, 27 octubre 2021)
Luis Gulman Checa
¿Cuántos años habrán transcurrido desde que se
puso en el tapete la necesidad de rehabilitar/reconstruir el local ubicado en
la plaza Merino de Piura donde funcionó el colegio San Miguel para que se
convirtiera en centro cultural?
Considerando que es propiedad del GORE, y, asimismo, que todos
quienes tuvieron a su cargo la entidad en el transcurso de los años aseveraron
que el cometido quedaría cumplido en el término de la distancia por cuanto tal
era el clamor de los piuranos, y, comparando tales proclamas con la triste
realidad, no nos quedaría más que concluir que el ente que tiene en sus manos
el desarrollo de Piura es un DESASTRE/CALAMIDAD, por cuanto, habiendo sido
incapaz de concretar tan simple cometido, no tiene ninguna posibilidad de sacar
Piura adelante, siendo útil solo para mantener a gran número de
ignaros/corruptos/incompetentes sangrando el erario, ergo, la solución salomónica salta a la vista:
Hay que
erradicarlo/pulverizarlo y crear un organismo confiable, en todo el sentido del
término.
“El Tiempo”, edición de la fecha, publica
declaraciones de doña Carolina Vílchez, titular de la Dirección Desconcentrada
de Cultura de Piura:
“La Casona San Miguel
será un centro cultural”
Roguemos que Dios oiga a doña Carolina y nos
haga el milagro, similar al maná que cayó del cielo, y un día, apenas el sol
nos ilumine, podamos contemplar el inmueble enhiesto, bello y resplandeciente,
por cuanto, si el Altísimo no se apiadara de nosotros, en el futuro sería un
terreno baldío más como tantos que afean el centro de la antaño respetable y
vivible Piura.
Paisanos, reflexionemos y aquilatemos la penosa
realidad que nos está asolando, prueba irrefutable de lo cual está plasmada
tanto en la larga lista de obras públicas - reales monumentos a la
incompetencia y corrupción - tiradas y/o abandonadas como también la
incapacidad del GORE para invertir (lúcida, honesta y técnicamente) el íntegro
del presupuesto que recibe anualmente para ejecutar obras públicas.
Termino señalando el desconcierto que me embarga
cuando veo que la cantidad de postores para asumir la conducción de tal ente en
reemplazo del incalificable actual sube como la espuma, cuando, cualquier
persona medianamente pensante y de bien debiera ser presa del pánico al pensar
que tal centro de pudrición caería bajo su dominio.