ERRANDO EL TIRO
(Piura, 19 octubre 2021)
Luis Gulman Checa
“El Tiempo”, siguiendo el pésimo ejemplo de
Yotún arrebatándonos un punto en la tabla clasificatoria, en vez de hacernos
dirigir nuestra mirada a la real amenaza
que nos acecha, en su edición dominical, publicó una portada más perniciosa que
el citado y errado penal:
Otro verano sin obras
de prevención.
La mala calidad de los expedientes técnicos impide ejecutar
trabajos que protejan a la región, según la ARCC.
¿A qué yerro me refiero? A uno monstruoso como
es el de continuar sembrando el pánico entre la población ante las INMINENTES Y
DESCOMUNALES avenidas del río Piura el próximo verano, cuando, todo indica,
incluidas declaraciones de reales expertos, que el año 2022 será normal, ergo,
SECO.
Digresión:
Recuerdo claramente cuando en el mes de agosto
de 1983, el recordado y extrañado Ramón Mujica, me dijo: Lucho, el próximo año
será normal. Así fue y el cultivo del algodonero tuvo gran productividad como
sucedió siempre tras un año de Niño. ¿Por qué no creer a quienes reemplazaron a
Ramón que ya predijeron que el 2022 será normal, ergo seco?
Insisto en mi planteamiento que, ante la
desbocada incapacidad e insaciable corrupción que ha hecho presa del aparato
público, hay que ser un auténtico descerebrado y/o deficiente mental para
clamar porque se continúen ejecutando obras públicas, propiciando TIRAR DINERO
A LA BASURA y engordar pestíferos bolsillos.
Entonces, ¿cuál es la amenaza que nos acecha?
Ya lo dije y ahora lo preciso con todas sus letras:
LA SEQUÍA
Tengamos en cuenta que en el reservorio de
Poechos, el día 01 de octubre, la cota del nivel de almacenamiento se situaba
en los 101.18 msnm siendo la masa acumulada de 285.3 MMC, mientras, el día de
hoy, la cota se sitúa en los 99.30 msnm y la masa acumulada se ha reducido a
220.2 MMC.
Entonces, suponiendo que nuestras “autoridades
y adalides” tuvieran una pizca de sentido común y capacidad de razonar,
deberían estar preocupados por la posibilidad que el 2022, en vez de avenidas
incontrolables, sea tan seco como tantos años en los que el Chira tuvo
descargas microscópicas.