CONTRALORÍA GENERAL = CALAMIDAD

 

(Piura, 07 octubre 2021)

 

Luis Gulman Checa

 

La reciente información - ratificatoria que la elección de autoridades regionales y locales está llevando el país al despeñadero - referida al clan familiar que ha venido robando los escasos recursos de municipalidades ayabaquinas, es una prueba más de la absoluta INEFICACIA de  Contraloría General de la República, organismo constitucional autónomo del Estado peruano encargado de controlar los bienes y recursos públicos del país.

 

Tengamos presente que, el supuesto pero inútil cancerbero encargado de que los recursos públicos se usen de la mejor manera posible - como se ratifica cotidianamente al salir a la luz nuevos desfalcos y robos en entes públicos -, en atención al aserto que dice POR SUS OBRAS LOS CONOCERÉIS, es un completo desastre, pues, si cumpliera su función cabal y eficientemente, ninguna autoridad ni funcionario podría rapiñar el erario.

 

Tengamos en cuenta que Contraloría es comparable a un pulpo gigantesco con innumerables tentáculos que abarca íntegramente el aparato público. ¿Cómo así? Por cuanto en cada ente está presente a través de la Oficina de Control contando con  absoluta autonomía (respecto del ente a su cuidado)  reportándose al ¿supremo? órgano de Control.

 

Así, entonces, si  cada entidad pública cuenta con un, figurado, perro bravo impidiendo que alguien saque los pies del plato, ¿cómo diablos es posible que el saqueo de recursos públicos sea masivo y escandaloso?

 

Una primera, lógica, obvia y triste conclusión es que la propia Contraloría fue infectada por la corrupción. La siguiente tendría que ser que las citadas oficinas de control están plagadas por ignaros y/o sub desarrollados mentales incapaces de percibir el robo de recursos, lo que ratificaría la comparación del epígrafe porque confirmaría la absoluta incapacidad de la entidad al no ser capaz, ni siquiera, de seleccionar adecuadamente su personal.

 

Sin embargo,  la información motivo del presente puso en el tapete un despropósito descomunal como fue la compra de semillas, mecanismo utilizado  largos años para robar un monto aún por determinar. ¿Acaso habría que ser un genio para saber que tras actividad tan fuera de lugar yacía el propósito de rapiñar el erario? ¿Dónde estuvieron o en qué pensaban los encargados de la oficina de control mientras se perpetraban hechos tan irracionales?

 

Finalmente, para expresar mí asombro al constatar la desaprensión de los pobladores de Ayabaca, no solo por votar reiteradamente con los pies sino también por su generalizada incuria al permitir que una gavilla de delincuentes robara los escasos recursos municipales.