EL MUNDO AL REVÉS
(Piura, 10 octubre 2021)
Luis Gulman Checa
Fue la primera reflexión que me vino a la mente
al ver la portada de “El Tiempo”, edición de la víspera, reconfirmada al leer
la información en páginas interiores, referida a la intervención del Arzobispo
de Piura, José Eguren Anselmi, durante el homenaje al Gran Almirante:
Cambios en el gabinete
no disipan la amenaza sobre la Constitución.
Arzobispo de Piura afirma que persisten fuerzas
poderosas en el gobierno para cambiar la
Carta Magna.
¿Qué diablos tiene que
ver la actual coyuntura que atraviesa el país, a raíz de la elección de un
payaso al máximo cargo por incalificables
“electores”, con el justo y merecido homenaje/recordatorio a la gesta del Gran
Almirante, y, peor aún, proviniendo de un prelado?
Digresión:
Sin embargo, recapacitando, podría suponerse
que el Arzobispo aprovechó la inusual oportunidad
que se le brindó para discursear en tan magna fecha para lanzarle un claro
mensaje a la Marina (subliminalmente a las Fuerzas Armadas), a fin que
recapacite respecto a que así como tiene el deber de defendernos de las
agresiones externas, también debe actuar cuando el enemigo (traidor) sale de
nuestras propias filas.
Reconociendo que, aunque me llame Luis, a San Luis
Gonzaga no le llego ni a la suela de sus zapatos, sí creo en Dios y en el
mensaje de Jesucristo, ergo, nuestra vida terrena es efímera, dependiendo de
ella cuál será el futuro de nuestras almas. Por ello, la tarea única y
fundamental, no solo del Arzobispo sino de todos los prelados de la iglesia, es
guiarnos y orientarnos para que, una vez dejemos este mundo, nuestras almas
gocen eternamente las mieles del paraíso.
Si la reflexión anterior se ajustara a la
verdad, preguntémonos si es racional que un prelado del nivel del citado
Arzobispo, no solo participe en un acto que no tiene nada que ver con la
sagrada misión que carga sobre sus hombros -
la cual está muy por encima de ridículos asuntos terrenales - sino que
aborde temas pueriles e indignos distrayéndolo- del compromiso adquirido cuando
tomó los hábitos:
Dedicarse en cuerpo y
alma a guiarnos y orientarnos para que seamos fieles cumplidores del mensaje de
Jesucristo, y, también, velar para que sus sacerdotes sean dignos y fieles.