DUTERTE: ¿LOCO O VISIONARIO?

(Piura, 22 setiembre del 2016)

Luis Gulman Checa

El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, se ha colocado en el centro de la escena mundial por el peculiar y expeditivo enfoque que le ha dado a su guerra para  erradicar las drogas:

Sujeto que es encontrado en Filipinas  con las “manos en la masa”, es ejecutado de inmediato.

Obviamente y de primera intención, ello implica un bárbaro atentado contra los derechos humanos al  pasar por alto el llamado debido proceso durante el cual, el “sospechoso”, es juzgado con todas las garantías prescritas por la ley.

Sin embargo, el obvio, claro y entendible razonamiento del presidente Duterte es que el futuro occiso no es sospechoso por cuanto fue hallado in fraganti,  como, por ejemplo,  un “burrier” capturado en un aeropuerto con paquetes adheridos a su humanidad con 5 kilogramos de clorhidrato de cocaína. Mientras en países como el nuestro, tal individuo, mientras no reciba condena firme y ejecutoriada, ridículamente continúa bajo la categoría de sospechoso (y con la favorable posibilidad de ser indultado a cambio de un modesto pago); en Filipinas lo liquidan  en el acto, lo que, entre otros grandes beneficios para el Estado, está el ahorro de no tener que mantenerlo en la cárcel.

Digresión: Si mal no recuerdo, en  las cárceles súper saturadas del Perú, más del 50% de internos están acusados por tráfico de drogas.

Para peor, la Unión Europea acaba de saltarle al cuello al presidente filipino criticando su campaña que ya produjo no menos de 3500 occisos desde el pasado 30 de junio, cuando asumió la presidencia,  recibiendo, tal admonición, la siguiente respuesta:

¿A quién he matado? ¿A 1,700 aquí? ¿A cuántos han matado ustedes?

Sí pues, la geopolítica no es como la aritmética donde los resultados son invariables, al estar más que demostrado que los convenios/tratados/repartijas del pasado reciente entre los poderosos de Europa, fueron la semilla de la cada vez más incontrolable y mortífera barbarie que asola a tantos países  de África y  el Medio Oriente; para no remontarnos más atrás en la historia como, por ejemplo, los muertos producidos por las Cruzadas, siglos atrás, o los belgas en el Congo mucha más cerca en el tiempo.



Preciso, para terminar, que no santifico ni condeno al mandatario filipino, reiterando mi convencimiento que la llamada lucha contra las drogas   es un disparate por cuanto jamás podrá tener éxito, salvo que, el mundo entero, adopte como propia la política imperante en Filipinas.



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