MONSEÑOR PONTIFICÓ: ¿ALCANZAREMOS LA PAZ? (I)
(Piura, 01 setiembre del 2016)
Luis Gulman Checa
La edición de la víspera de “El Tiempo” - en
portada y gran fotografía -, nos hace saber que nuestro pastor, Monseñor José
Antonio Eguren, en el día que conmemoramos a Santa Rosa de Lima, Patrona de la
Policía Nacional del Perú, espetó a sus integrantes la siguiente arenga:
“SEAN MORALES,
INTACHABLES Y NO CORRUPTOS”
Según la información, también dijo:
“Honren este título.
Y para ello les pido que siempre enaltezcan el uniforme de la Patria, siendo
hombres y mujeres virtuosos, siendo personas morales, intachables e
incorruptibles”
No creo exista un solo ciudadano que no desee
fervientemente que semejante llamado anide profunda y permanentemente en la
mente y consciencia de todos los miembros de la PNP, de capitán a paje, por
cuanto significaría un gran paso adelante para revertir la situación de
inseguridad que acecha a todos y cada uno de nosotros, ante la proliferación de actos delincuenciales de
todo orden y en todos los estratos de la sociedad.
Sin embargo, siendo los integrantes de la PNP
seres humanos comunes y corrientes y, por tanto, imperfectos; habría que pecar
de ingenuidad para creer que tal admonición será suficiente para que la
institución, como por arte de magia o milagroso, empiece a funcionar como lo
pidió nuestro Guía y Pastor.
Los grandes hombres en la historia, siempre,
más que predicar a viva voz - como hizo nuestro Pastor - lo
hicieron con el ejemplo, es decir, no se dedicaron únicamente a pontificar enseñando con la palabra sino que, todo lo
que pregonaron lo realizaron ellos mismos en su vida diaria, es decir, Predicaron
con el ejemplo.
Ante tal realidad, considero injusto e
irracional saltarle al cuello a los miembros de la PNP como si fueran los
únicos responsables de la inseguridad reinante, por cuanto, como fatalmente nos
informamos cotidianamente, la corrupción - que también infecta algunos policías a los
que se dirigió nuestro Pastor - se ha extendido, contaminado e
infectado a gran parte de personas, instituciones y, también y
desgraciadamente, autoridades, que
debieran ser las primeras en mostrar el camino de la buena conducta, invocado
por nuestro Pastor.