LAS LLAVES DE LA CIUDAD

(Piura, 09 setiembre del 2016)

Luis Gulman Checa

Pocos días atrás fue invitado al retiro el Gen. PNP Dennis Pinto mientras  ejercía el mando de la policía en Piura. Ello, que fue parte de una necesaria reorganización de la PNP puesta en marcha por el flamante gobierno; no implicaba una sanción dirigida contra él  por cuanto fue uno más entre las varias decenas de Generales que  recibieron similar invitación.

No tuve el gusto de conocerlo pero estoy seguro, a juzgar por la serie de expresiones vertidas por autoridades y destacadas personalidades locales según propalaron los medios, que es una persona de bien y con múltiples cualidades, razón por la que hasta nuestro Gobernador, acre y amargamente, rechazó la decisión del ministro del Interior, Carlos Basombrío.

Curiosamente, quien había tenido algunos encontronazos con el Gen. Pinto, nuestro alcalde, el Dr. Óscar Miranda, lo distinguió otorgándole/concediéndole Las Llaves de la ciudad (según leí en un medio), reconocida distinción honorífica dispensada en reconocimiento a personalidades  que nos visitan como también por acciones de alto mérito en pro de la ciudadanía.

En mi opinión, en  casos como el presente,  no  cuenta  simpatía, educación, don de gentes ni ninguna cualidad personal sino, única y exclusivamente, el desempeño funcional. Si así fuera, le pregunto a usted, estimado lector:

¿Qué opinión le merece el desempeño de la institución PNP en Piura? ¿Está satisfecho con su labor? ¿Se siente seguro en la calle? ¿Nota que el tránsito vehicular es ordenado y civilizado?

Si las respuestas fueran  positivas, el Gen. Pinto no solo hubiera merecido tal distinción sino hasta un  monumento en una plaza bautizada con su nombre. Sin embargo, la realidad, desdichadamente, nos indica que la labor de la PNP está en las antípodas de lo que debería ser, es decir, en la práctica daría la impresión que no existe. ¿Por qué? Le doy un ejemplo:

Ubíquese usted en la esquina de las importantes y transitadas avenidas Sánchez Cerro y Loreto y observe tanto el accionar de los efectivos ubicados en la zona como la serie de violaciones de cuantas normas/reglas de tránsito existen, sin que estos agentes policiales, que antaño sí imponían absoluto respeto, muevan ni una ceja ni detengan ni multen a los infractores, por cuanto su única tarea parecería ser hablar por su teléfono celular.



¿Acaso no es del más elemental sentido común que un jefe, con las responsabilidades inherentes al cargo de guiar el accionar de la PNP, como lo fue el Gen. Pinto, no debiera supervisar, in situ y permanentemente al personal bajo su mando?  Entonces, ante lo descrito solo hay dos explicaciones: 1) No supervisó a los suyos o, 2) Aprobaba el reiterado abandono de  sus funciones perpetrado  por los malos policías

No olvidemos jamás que se construye de abajo hacia arriba, como lo vemos claramente en las edificaciones que empiezan por las bases, pues a nadie se le ocurriría, además de ser imposible, empezar la construcción por el techo.

Así también las instituciones, como la PNP, necesariamente requieren personal idóneo y competente en la base de su estructura, siendo ello de plena y total responsabilidad de las cabezas. En consecuencia, guste o no, parezca justo o no, la cabeza tiene que pagar las consecuencias cuando una institución/organismo/ente, como la PNP, no funciona.

Entonces:

¿Por qué semejante distinción al exjefe policial?