CARACTERÍSTICAS DE LA AGRICULTURA (II)
(Piura, 24 diciembre del 2016)
Luis Gulman Checa
Relataré una amarga experiencia personal demostrativa de lo aleatoria que es
la agricultura, la que, además, ejemplifica perfectamente el aforismo que dice:
Agricultor es quien
será millonario el próximo año.
El suscrito fue productor de tabaco rubio
entre 1968 y 1986, en lo que fue un largo camino que, al inicio, soportó/sorteó
muchas dificultades por cuanto hubo que adaptar al medio el manejo del cultivo
que, inicialmente, vino calcado de otras latitudes. Así, recién en 1973, la
producción se entabló y la chacra se convirtió en una auténtica fábrica
productora de tabaco rubio.
Para hacerse una idea del diferente
comportamiento del cultivo entre una zona y otra, los promotores del cultivo en
Piura trajeron la siguiente cartilla:
·
Productividad
normal por Ha. 1,500 kilos
·
Productividad
muy buena por Ha. 1,800 kilos
·
Productividad
tope/magnífica por Ha 2,000 kilos
·
Productividad
normal después de 1973 por Ha 3,500 kilos
La actividad no era agricultura pura, por
cuanto la hoja de tabaco había que cosecharla, amarrarla en cujes (varas),
acumularla en hornos especialmente construidos y someterla a un proceso de curado
(a base de temperatura - gas - y ventilación) que demoraba m/m 100 horas.
Se entiende entonces que el área a sembrar
estaba limitada por la capacidad de curado (número y capacidad de hornos
instalados), la que en mi caso era de 20 hectáreas cada 50 días y, como la
campaña arrancaba tan luego pasaban las lluvias, se plantaban 04 golpes al año,
es decir, 80 hectáreas de tabaco por año.
Durante la campaña de 1975, analicé la
situación, hice mis cálculos y pronósticos y concluí que el siguiente año sería
seco por ser bisiesto, como el sequísimo 1968, y tomé la siguiente decisión:
Este año siembro 05
golpes y gano un huevo de plata.
Efectivamente, no solo sembré un quinto golpe
sino que - imitando a los arroceros de hogaño que se zurraron en los programas
sembrando más área de la autorizada - en vez 20 planté 25 hectáreas sin birlar agua como aquellos por cuanto provenía del sub suelo extraída de
pozos propios.
Los campos venían preciosos al haber sido
magníficamente conducidos y las hojas enormes y brillantes auguraban que,
efectivamente, no solo el suscrito hincharía sus bolsillos sino también los trabajadores (a) tanto
de Cruz Pampa como de La Viña, también ganarían muy buen dinero por cuanto el
proceso demandaba mucha mano de obra que se pagaba a destajo, de modo que eran privilegiados, amarrando primero y
seleccionando después hojas de tabaco, cómodamente instalados a la sombra.
Digresión; En una oportunidad,
cuando existía el fatídico SINAMOS, se apareció en una de las plantas de curado
una camioneta con servidores de esa entidad, los que tuvieron que salir a la
carrera por cuanto los trabajadores casi los linchan. ¿Por qué? Por cuanto,
quincenalmente, cobraban un huevo de plata, mientras las Cooperativas vecinas
languidecían.
Usted, estimado lector, ya estará imaginando
lo que sucedió:
Cuando se iniciaba la
cosecha empezó a llover y todos los
planes y sueños que nos habíamos forjado fueron arrastrados y borrados por el
agua que cayó del cielo.
Se cumplió perfectamente el aforismo:
Había que esperar hasta el próximo año para ser
millonario.
Apunte final y confirmatorio:
Este golpe me trajo a
la mente lo vivido la tarde de un domingo de marzo de 1953, cuando, montado en
mi caballo al lado de Catalino Chorres, jefe de campo de El Prado, una de las secciones de la hacienda Sojo, vi
cómo cedían las precarias defensas ante el empuje del gran caudal del río Chira
y los hermosos algodonales colmados de flores sucumbieron bajo el agua.