MINISTRO JAIME SAAVEDRA CONDECORADO
(Piura, 16 diciembre del 2016)
(Luis Gulman Checa)
El ministro de Educación, Jaime Saavedra, al
ser censurado el día de ayer en el Congreso con 71 votos de la
recua de Keiko, más otros 03 “congresistas” que cada día denigran
más al auténtico partido aprista; en realidad fue condecorado, pues no cabe
otra expresión para describir un acto bochornoso y vergonzante para el país
como la referida censura.
Saavedra, imitando a
Miguel Grau que murió volatilizado en el Huáscar defendiendo al Perú del
usurpador chileno, fue sacado de su cartera por indignos peruanos traicionando el mandato de
sus electores, quienes, en vez de procurar y velar por el bien y futuro
promisor de los universitarios peruanos, optaron por ponerse del lado de los
mercachifles de la educación, propietarios de las universidades BAMBA, de DOS
POR MEDIO, las cuales, en vez de preparar dignos y auténticos profesionales,
estafan a tanto incauto deseoso de superarse.
¡Qué tal desvergüenza
usar el argumento de la corrupción para echar al ministro!
Suponiendo que la imputada como corrupta
adquisición de computadoras por el ministerio de Educación hubiera, de verdad, cojeado
de un pie:
¿Fujimoristas y “apristas”
haciendo ondear la bandera de la pulcritud y honradez para censurar a un funcionario apoyado por
tirios y troyanos (me refiero al espectro político)?
¡Qué tales pícaros y sinvergüenzas!
No creo que el pueblo sea tan ciego de no ver
lo que subyace tras esta censura, por lo que la recua, señalada al
inicio, espero y confío haya empezado a cavar la tumba de Keiko,
figurativamente, por cuanto atropellos y abusos como el comentado,
necesariamente tienen que influir en la mente y el ánimo de la gente.
Respecto a la actitud del Ejecutivo, también
falló por omisión al no haber defendido no solo al ministro sino también su firme
decisión de adecentar la educación en el país, corrigiendo el mal que la
infectó a raíz de la puerta que abrió el fujimorismo (similar a la importación
de chatarra), planteando la Cuestión de Confianza. Una pregunta/comparación que
viene al caso como anillo al dedo:
¿Acaso, cuando una
persona armada es asaltada por un hampón, no tiene el derecho de descerrajarle al
delincuente todas las balas del tambor o la cacerina?