HIPOCRESÍA  POLÍTICA

(03 marzo 2015)

Luis Gulman Checa

En el semanario “Hildebrandt en sus trece”, edición del 27.02 al 05.03 del 2015, aparece artículo de Raúl Wiener tocando un tema que, desde tiempo atrás, me rondaba  la mente y  tiene que ver con la recordada frase de Haya de la Torre:

¿Quién moraliza a los moralizadores?

El artículo se refiere en concreto a la sucia, rastrera y vergonzosa campaña contra Nadine Heredia por sus “trabajos” profesionales cuando era una persona de a pie, y también a la recepción/captación  de fondos para financiar ambas  campañas del Partido Nacionalista.

¿Qué dice Wiener?

“No es que Nadine no tenga cuentas oscuras, sino que todos las tienen. El sistema está hecho para que no se diga la verdad de los aportes, y nadie la dice. Lo que es escandaloso es que unos nacionalistas salidos de la nada tuvieran fondos para competir con los fujimoristas que seguramente siguen usufructuando de la herencia de la corrupción”

Es decir,  Wiener también alude a la frase pronunciada por Jesucristo:

“Aquél que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.

Entonces, ante   la citada campaña anti Nadine liderada por reconocidos “Ángeles”,  debiéramos quedar al borde de la muerte por el brutal ataque de vergüenza ajena  al ver cómo, tremendos sinvergüenzas,  se atribuyen la tarea de fiscalizadores.

Recuerdo una entrevista concedida  años atrás por Dionisio Romero Seminario, cuando se encontraba activo y en la cúspide del poder, en la que, ante la pregunta del interlocutor  sobre la política que seguía respecto a aportes para financiar campañas políticas, dijo lo siguiente:

“Nosotros damos dinero a todos los candidatos”.

Sería interesante revisar las respectivas rendiciones de cuentas para ver si aparecen en ellas los aportes dinerarios  de Dionisio.




Esta campaña ratifica lo malo que significa para el país la “Concentración de Medios”, referida a la sofocante y brutal preponderancia del Grupo “El Comercio” erigido, virtualmente, en el pontífice nacional. Es decir, así como estamos y, no destacándose la mayoría de nuestro electorado precisamente por su educación/preparación/cultura y, peor aún, continuando vigente la obligatoriedad del voto,  el citado grupo, aparentemente, tiene la sartén por el mango para decidir quién nos gobernará a partir del 2016.

Felizmente a veces la vida ofrece sorpresas y debemos confiar que ello vuelva a suceder el próximo año.