EL MITO DE LA EDUCACIÓN GRATUITA
(Piura, 19 marzo 2016)
Luis Gulman Checa
La primera plana de la edición de “El Tiempo” de la fecha, pone en el tapete un tema que debería tratarse francamente y con “los pies en el suelo”:
84 colegios son un peligro para los escolares piuranos.
Rememorando: antes de Velasco sí era válido afirmar que la educación era no solo gratuita sino también de calidad, lo que afirmo con conocimiento de causa en mi calidad de exalumno de secundaria de la GUE San Miguel e ingresado a la Escuela Nacional de Agricultura y graduado en la Universidad Agraria en el período 1954 - 1963.
Digresión: En esa época también  devenía en irracional la educación universitaria absolutamente gratuita. Por ejemplo, en La Molina, único centro de estudios superiores que formaba agrónomos en el país (m/m 120 por año), se encontraban los mejores autos del mercado por cuanto muchos alumnos provenían de las familias más pudientes del Perú,  luego motejadas  Gamonales o Latifundistas.
La historia cambió después de Velasco, cuyo fatal gobierno descoyuntó y desarmó al país sumiéndolo en el caos y arruinando  la educación pública que sigue  degradándose. Por ejemplo,  A.V. en San Miguel - y supongo en todos los colegios similares del país - muchos de nuestros  profesores eran ingenieros, médicos, abogados y otros profesionales que, obviamente, dictaban clases por un afán altruista, es decir, poner prácticamente ad honorem su “granito de arena” para coadyuvar a la educación de los jóvenes. Por ejemplo: el profesor de Anatomía en 3° de media era el Dr. Daniel Vidarte. ¡Qué lujo! ¿Quién enseñará ahora tal curso?
En el sector rural la educación también sufrió una “puñalada en el corazón” a consecuencia de la malhadada y destructora Reforma Agraria. ¿Por qué? Por cuanto los hacendados se encargaban, con sus “bolsillos”, de solventar sueldos de  profesores y construcción y mantenimiento de colegios. De ello también doy fe por cuanto alcancé a vivir esa época.
Entonces, habría que ser ciego y tener el cerebro carcomido por los gusanos para no saber que, mientras continúe vigente el mito de la educación pública absolutamente gratuita, los colegios no solo  continuarán enviando al mercado  cualquier cantidad de analfabetos funcionales, sino que los locales escolares continuarán generando titulares como el que motiva el presente.

Terminado el análisis, ahora toca la recomendación:
El Estado debe limitarse a construir los colegios y asumir el pago de los sueldos del profesorado, quedando a cargo de los padres de familia el mantenimiento y pago de servicios de los CC. EE.
La gran ventaja adicional que ello conllevaría, sería sacar de las garras del sector público, infectado hasta el tuétano por la corrupción, la enorme suma que ahora “supuestamente” gasta en lo que deberían asumir las llamadas APAFAS.