¿CATÓLICOS DE MEDIO PELO?

(Piura, 06 abril 2016)

Luis Gulman Checa

Días atrás me abordó la Sra. Pina Zúñiga de Riofrío en la playa de Colán para contarme sus cuitas referidas a la responsabilidad que voluntariamente asumió desde décadas atrás: encargarse del mantenimiento y preservación de la Iglesia de San Lucas de Colán, la primera erigida en el país por los españoles.

Como ya me ha sucedido en el pasado ante similar circunstancia, volvió a mi mente la reiterada reflexión:

¿Cómo es posible que habiendo en La Esmeralda tantas personas “acomodadas” - es el menor de los calificativos que merece quien cuenta  con un inmueble ad-hoc para disfrutar de la playa huyendo del calor -, la señora tenga que andar mendigando pesetas en las entidades públicas (que de entregárselas perpetrarían malversación), cuando los veraneantes  católicos deberían acudir donde ella ansiosos por cooperar con el mantenimiento de su Iglesia?

No me consta pero me lo han contado personas confiables que, en el hemisferio norte, los católicos, mensualmente, se meten la mano al bolsillo  aportando a su parroquia una suma  en concordancia con sus ingresos.

Digresión: Al respecto mi memoria vuela más de medio siglo atrás y recuerda que Don Feliciano del Campo y Don Dionisio Romero, cada domingo en Colán, en el cepillo que pasaba el monaguillo, depositaban un  astronómico monto: un flamante billete de S/. 10.00, frente a los 20 o 30 céntimos que entregaban nuestras manos.

Se supone que los católicos auténticos sabemos que el paso por esta vida es intrascendente, limitándose a  una simple prueba terrena para lograr el fin supremo una vez dejemos este mundo:

Gozar por los siglos de los siglos la dicha y ventura de disfrutar al lado de Dios Padre y su hijo Jesucristo.




Sin embargo, nuestro comportamiento no se condice con ello, por cuanto, mientras a los bienes materiales que representan nuestra riqueza - recordemos lo del rico, el camello y el hueco de la aguja - les dedicamos toda nuestra atención y preocupación; los símbolos terrenales de nuestro Credo, en este caso la Iglesia referida, nos importan menos que un comino.

¿En que se funda tamaña aseveración?

En que ahora mismo, ante ciertas turbulencias marinas, gran cantidad de personas se han apresurado a aportar US $ 500.00 cada una, dizque para realizar un “Estudio” que indicará qué medidas tomar contra el mar para que no se engulla las casas de los veraneantes.

Está muy bien y no es una actitud criticable, mas sí lo es si, paralelamente,  esas mismas personas tan preocupadas por bienes terrenales intrascendentes y pasajeros; son ciegos, sordos y cosen sus bolsillos cuando se trata de que la Sra. Pina disponga de los recursos que requiere para conservar y mantener como se merece la Iglesia de San Lucas de Colán.