ROMPEMUELLES: MONUMENTOS A LA ESTUPIDEZ

(Piura, 14 julio 2020)

Luis Gulman Checa

Retornando a la ciudad de Piura luego de más de 100 días desterrado acatando la cuarentena, me topo con otra raya al tigre de la inconmensurable estupidez que infectó, desde tiempo atrás, a gran cantidad de ¿autoridades? quienes,  para peor, fueron elegidas por nosotros, como fue hallar dos de estas malditas trampas mortales sembradas por obvios y evidentes deficientes mentales.

¿Cuál fue la  razón que impulsó a tales “autoridades” a plantar, inexplicable e innecesariamente, dos de estos auténticos engendros de Satanás frente a la Clínica Belén?

¿Ha reflexionado usted, estimado lector, que sembrar calles, avenidas y carreteras con los citados esperpentos, equivale, no subliminal sino clara y directamente, a degradar al ser humano al nivel de las bestias que requieren ser recluidas en corrales para que no escapen?

A tal y no a otra conclusión debemos llegar cuando vemos que en las cercanías de cada colegio, a lo largo y ancho del país, aparecen estos engendros. ¿Por qué? Por cuanto su presencia revela, sin lugar a ninguna duda, que las “autoridades” SABEN  que los conductores peruanos son tan bestias/salvajes que, al ver ante ellos un grupo de jóvenes o niños cruzando calles o carreteras para entrar o salir del colegio, en vez de disminuir la velocidad o detenerse, según sea el caso, pisan el acelerador en busca de sangre fresca cual Dráculas sedientos al divisar el terso cuello de una joven núbil.

Además, si estas mal llamadas autoridades pusieran por delante el bien general, debieran analizar qué porcentaje de las horas contenidas en un año son empleadas para el citado flujo de estudiantes: TAN SOLO EL 06%.

Sin embargo, cada uno de estos adefesios joden a todos y cada uno de los conductores y vehículos que se ven obligados a pasar sobre ellos llueve o truene, sea de día o de noche, feriado o laborable, es decir, con el argumento de cuidar la salud e integridad de los estudiantes durante el 06% del tiempo, no reparan en estar atentando contra riñones, embarazos, frenos, embrague y, no tengo la menor duda, ocasionando miles de accidentes por las bruscas frenadas originando choques y volcaduras mortales durante el 94% del tiempo.
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¿Ha ido usted a Canchaque atraído por la moderna carretera pavimentada, dejando en el olvido la antigua trocha carrozable? El suscrito ha ido muchas veces, especialmente antes de la citada construcción cuando era posible circular limpia y tranquilamente sin sustos ni sobresaltos. ¿Qué quiero decir? Que en aquellos añorados tiempos no existían los esperpénticos rompemuelles y se circulaba sosegada y tranquilamente, mientras a consecuencia del ¿progreso? supuesto con la construcción de la nueva vía, han chantado nada menos que  92 de estos malditos engendros. ¡Dios nos ampare!