SI LA UNP ESTÁ ASÍ, ¿CÓMO ESTARÁ EL RESTO?
(Piura, 25 julio 2020)
Luis Gulman Checa
Reconociendo no ser “experto” en los
intríngulis referidos a la Universidad Nacional de Piura, pero, ante tantas
noticias referidas a desmanes perpetrados en su conducción y, en atención al
aserto que dice “Cuando el río suena piedras trae”, debemos asumir que la
situación imperante es, por lo menos, turbia.
Entonces, si lo que debiera ser la cuna de los
futuros profesionales piuranos: agrónomos, ingenieros pesqueros, mineros y de
petróleo, todos los cuales tendrían ardua tarea por delante gracias a que la
naturaleza fue pródiga con nosotros dotándonos de grandes recursos y
posibilidades en todos los campos señalados; ¿no es acaso irracional y
condenable que, el desarrollo y progreso de estos futuros profesionales, se vea
truncado o desmerecido debido a que su alma
mater hubiera caído en manos de
malandrines?
Si ello así hubiera sido, implicaría,
necesariamente, que el desapego, indiferencia y, también y fatalmente, la
corrupción, hubieran invadido, mayoritariamente, nuestros espíritus permitiendo
que tal estado de cosas no solo hubiera sido episódico, sino, como parecería, se hubiera enquistado
desde muchos años atrás y continuara
gozando de muy buena salud.
Noticia de portada de la edición de “Correo” de
la fecha:
ELECCIÓN DE NUEVO
RECTOR SERÍA ILEGAL
La Contraloría advierte que la Asamblea Universitaria
eligió a las nuevas autoridades de la UNP al margen de la Ley Universitaria.
Dicha casa de estudios podría ser multada e, incluso, perder su licencia de
funcionamiento porque el Comité Electoral no adoptó las recomendaciones que
hizo la Sunedu.
La reflexión implícita en el epígrafe es clara
y precisa: Sugiere que, si fuera cierto que la corrupción infectó la UNP,
institución que debería ser un ejemplo en todo sentido; ¿qué grado de
putrefacción y/o corrupción habrá infectado al resto del aparato público
teniendo en consideración que, además y por ejemplo, ha repartido diplomados,
doctorados y honoris causa a diestra
y siniestra de modo que, pensando mal si queremos pensar bien, habrían tomado
la precaución de callar bocas bastante antes que reventara el chupo.
Una vez más, tratándose de un asunto idéntico
al aparecido en las Unidades de Gestión Educativa, señalo mi asombro por la
inacción de los organismos públicos existentes, precisamente, para prevenir y/o
segar de raíz, según sea el caso, esta clase de desmanes que, enriqueciendo a
unos cuantos pícaros, perjudican gravemente a toda la ciudadanía.
Por ejemplo, ¿acaso no es sencillo para los
fiscales parar las orejas cuando se enteran de algún exfuncionario que
terminó vendiendo cera sin tener cerería?