D I S P A R A T E
(Piura, 22 abril 2021)
Luis Gulman Checa
Lamentable y para hacernos llorar la
información aparecida en “El Tiempo”, edición de la víspera, referida a
declaraciones de doña Amalia Moreno, directora de la rimbombante e inútil Autoridad para la
Reconstrucción:
“Obras de Reconstrucción
en manos de nuevo gobierno”
“No hay garantía para
las obras de Reconstrucción porque no se sabe quién gobernará”
Así como doña Amalia, a pesar de la
incertidumbre que señaló, continúa con su rutina diaria: durmiendo, alimentándose,
aseándose, laborando, etc.; también el Estado, al margen de quién se aúpe el
próximo 28 de julio, debe seguir funcionando sin miedo y sin pausa,
demostración de lo cual es que todos los organismos públicos, incluidas FF. AA.
y Policía Nacional, entre muchos otros, siguen cumpliendo sus deberes y
obligaciones.
Se tornan más graves aún tales declaraciones
por cuanto el país no es, por ejemplo, una torta con la que las autoridades
pueden hacer y deshacer a su gusto: tasajeándola y repartiéndola entre sus compinches, pues,
cuando tal situación se da los perpetradores no merecen denominarse autoridades
sino traidores y/o malandrines y/o locos desquiciados y/o resentidos y/o, final
y criollamente, malditos hijos de puta.
Dios es testigo de mi respeto y admiración por
el género femenino, prueba de lo cual es el buen número de damas que
participaron en los equipos de trabajo organizados para gerenciar/impulsar los varios
organismos públicos que estuvieron a mi cargo. Formulada tal precisión y, así
como el género masculino presenta una
larguísima lista de indeseables/incompetentes/ignaros conchabados en el sector
público, para nuestra desgracia y expresándolo comedidamente, doña Amalia llegó a un cargo que le quedó
demasiado grande.
Sin embargo, para ser justos y en atención al
aserto que dice “Por sus obras los
conoceréis”, parecería que fue el maldito Satanás quien apadrino la designación
de todos quienes ocuparon dicho cargo, por cuanto, aunque alguno o todos merecieran
ser calificados como dignos, honestos, bien intencionados y fieles devotos de
comunión dominical; los hechos confirman que, como funcionarios, fueron una
calamidad.
Confiemos en que DIOS ES PERUANO, de modo que
guiará nuestras manos cuando acudamos a votar en la segunda vuelta, llevándonos
a elegir a quien sea capaz y desee elevar el país al cielo.