I N C O N G R U E N T E
(Piura, 21 abril 2021)
Luis Gulman Checa
A raíz de la muerte de Felipe, príncipe
consorte de Inglaterra, a solo dos meses de cumplir 100 años, quien estuvo plenamente
operativo hasta tres años atrás, al extremo que precipitó su retiro un
accidente mientras conducía su propio vehículo, todo ello aunado al
deslumbrante estado de su esposa, la reina Isabel II tras 94 años de vida, quien continúa firme en
el trono al extremo que, no es imposible, sea sucedida por su nieto William
ante una eventual y prematura desaparición de su hijo Carlos (quien acá ya
hubiera sido jubilado), me vino a la
mente la siguiente reflexión:
¿Qué tendrá el clima
por esos lares y/o qué alimentos ingerirán los ingleses para mantenerse
operativos a edades tan avanzadas, cuando por acá, quien cumple 70 años, sin
consideración alguna ni ser sometido a revisión o análisis de ninguna clase, es
echado a la calle cual perro sarnoso?
Pero, la incongruencia se acentúa tornándose inentendible
cuando, reitero, a pesar de enviar, figurativamente, al camal a quien pasa la
barrera de los 70, en los recientes comicios para elegir presidente de la
República participó un octogenario (80 años).
Así, entonces, estimados, ¿acaso no deviene en
récord mundial de la incongruencia echar a la calle a los setentones, aunque
desempeñen puestos/cargos intrascendentes, mientras, paralelamente, se le
permite a un octogenario tentar la posibilidad de auparse al cargo más
importante del Estado?
Supongo que la justificación de medida tan
nociva e irracional fue la necesidad de
limpiar
la cancha, eliminado a los viejos, para que los jóvenes tengan la oportunidad
de “mover la pelota”.
La realidad demuestra claramente que a los
seres humanos no se les puede tasar como, por ejemplo, a los toros de engorde
antes de enviarlos al camal: son
vendidos al peso. Así, entonces, deviene en irracional determinar que,
tras 70 años de vida, el ser humano se convirtió en trasto inútil y desechable.
Cambiemos de cristal pasando a analizar cómo se
viene desarrollando nuestra existencia en los últimos años a raíz de la
eliminación de tantos SETENTONES reemplazados por jóvenes, preguntándonos lo
siguiente:
Acaso, este relevo
generacional, ¿nos ha hecho resurgir de nuestras cenizas y, cual Ave Fénix,
elevarnos figuradamente al espacio alcanzando metas insospechadas de bienestar
y desarrollo, o, por lo contrario, estamos yendo al descalabro?