DENIGRANTE ESPECTÁCULO
(Piura, 15 octubre 2015)
Luis Gulman Checa
Si usted, estimado lector, asumiera que el
presente trata sobre el partido de fútbol Perú vs Chile jugado el martes por la
noche en el Estadio Nacional, acertaría plenamente; mas, si pensara que el tema
es el fútbol, erraría absolutamente.
Sentí tanta vergüenza ante la estentórea
silbatina proveniente de las cuatro tribunas cuando la banda inició los acordes
del Himno Nacional de Chile, que apagué el TV y solo lo encendí luego de varios
minutos de juego. Cuando el país recién había terminado de ser sede de una
importante convención mundial, en la que, según los medios, habíamos quedado
como anfitriones de primera; lanzamos al mundo una imagen de país del quinto mundo.
Al suscrito - como a casi todos los mortales
- se le puede acusar de cualquier tara, defecto, complejo o como se quiera
decir, menos de “chilenófilo”. Sin embargo, no tiene nada que ver el considerar
a un país como enemigo del Perú y otra, radicalmente distinta, tratar a un
grupo de personas, sean de donde fueren, como se maltrató, mancilló y ofendió
al seleccionado de fútbol de Chile mientras entonaban su himno patrio.
Pregunto a los energúmenos y cuasi bestias
responsables de ello:
¿Les gustaría que a
nuestro propio seleccionado se le diera igual tratamiento en algún país que nos
tocara visitar?
Cualquier observador foráneo, desavisado y
desinformado, que hubiera sido testigo de tan lamentable comportamiento del
público peruano abucheando a los chilenos,
tendría que haber pensado que en el Perú, hay un odio tan visceral contra Chile
que sería imposible el progreso y/o siquiera existencia de algún negocio,
actividad y/o servicio de inversionistas chilenos en nuestro país.
Sin embargo, a la luz de la triste realidad, preguntémonos:
Cuál será el
mecanismo que regula el funcionamiento de la naturaleza humana que permite
semejante ambivalencia, pues, mientras por un lado el bestial comportamiento
del público revelaría un odio irrefrenable a lo chileno; de otro, las actividades
de inversionistas chilenos en el Perú (chupándole la sangre a los clientes),
gozan de muy buena salud.
Digresión final: No estamos tan mal como
indicaría la tabla de posiciones.