POBRE JAIME DE ALTHAUS
(Piura, 28 enero 2016)
Luis Gulman Checa
Ayer por la noche - solo porque quería saber
la hora al haber dejado de ver u oír “espacios
políticos” - presioné el canal 08 en el control remoto del televisor y apareció
el marchito, sufrido y aburrido semblante del pobre Jaime entrevistando a uno
de los tantos que andan por el medio ofreciéndose a tanto el kilo.
Realmente sentí profunda lástima por el
veterano y correcto periodista al verse obligado - por la naturaleza de su
trabajo/profesión - a dialogar con cualquier cantidad de personas a las cuales,
íntimamente, debe despreciar. Sin embargo, así como todos los seres m/m
normales, necesita ingresos para “parar la olla”, está obligado a tragarse
tremendos sapos de lunes a viernes dialogando con un sinfín de impresentables.
Naturalmente, de vez en cuando recibe en el
programa a personas dignas y honorables las que sería ideal pudieran ser vistas
y oídas por toda la ciudadanía, como,
por ejemplo, fue el caso de la presentación de Alfredo Barnechea días atrás,
que desgraciadamente no disfruté pero de la que me enteré por varias crónicas
dando cuenta de las bondades y gran calidad del candidato.
Por supuesto que todos sabemos lo formidable
e imprescindible que es la auténtica e irrestricta libertad de prensa que
permite a la ciudadanía estar debidamente informada. Así, por ejemplo, cuando “acudimos
a las urnas”, supuestamente, gracias a programas como el comentado que sirven
para “ilustrarnos e informarnos”, debiéramos votar por el mejor de los
candidatos.
Lamentablemente, en el uso y ejercicio de
nuestro libre albedrío, cada uno lleva
impresa en la mente su propia “tabla de valores”, de modo tal, por ejemplo, que
mientras Juan podría haber estado considerando a César Acuña el verdadero Zeus
del Olimpo de la política peruana y, por tanto, quien debiera gobernarnos,
paralelamente, Pedro, que estaría decidido a descerrajarse un tiro en la sien
si el preferido por Juan fuera el elegido, emitirá su voto a favor de Alfredo Barnechea al
considerarlo idóneo visto bajo el cristal que fuera.
Entonces, siendo que
ambos candidatos citados equivalen al
día y la noche y/o al agua y el aceite, ya podemos imaginarnos que
deviene en un imposible absoluto que la prensa coadyuve a elegir al mejor.
¡Paciencia Jaime que
quedan pocos meses de sufrimiento!