PARA  REFLEXIONAR

(Piura, 20 octubre del 2016)

Luis Gulman Checa

En la edición de “Correo” del día de hoy, aparece una columna escrita por don Jorge L. Tume Quiroga titulada ¿Comunidad? (cuya copia adjunto al presente), que me impactó fuertemente  al  considerar que bien podría ser una síntesis de la lacra que tiene postrada a Piura: La corrupción generalizada.

Él se refiere, concreta y claramente, a la Comunidad de Sechura, no guardándose nada y señalando, con nombres y apellidos, a los rufianes, según su criterio, que se han enriquecido a costa de aferrarse a los cargos, con uñas y dientes, robando y rapiñando, en vez de cumplir con el deber asumido de velar por los intereses y progreso de la comunidad.

Le pregunto a usted, estimado lector:

¿No será, acaso, que podrían escribirse innumerables artículos semejantes, aunque referidos a otras instituciones y personas?                    

Lamentable y fatalmente, mi respuesta es sí, porque habría que ser obtuso, ingenuo y/o “caído del palto” para no darse cuenta de la podredumbre, casi generalizada, que ha infectado al sector público. Entonces, con tan triste ejemplo, ¿cómo no va a expandirse este mal en todos los ámbitos y actividades?

Volviendo al artículo aludido, reitera claramente que los piuranos de antaño eran de otra índole o, parafraseando al inefable César Acuña, de una raza distinta a la que él se jacta de haber procreado, aquella sí conformada por personas íntegras y honestas, comportamiento absolutamente opuesto al imperante actualmente.

Si los conceptos vertidos líneas arriba se ajustaran a la verdad, debiéramos reflexionar para identificar las causas que deterioraron nuestra existencia, casi borrando del mapa, a las personas dignas e íntegras, reemplazadas por individuos carentes de principios, corruptos, oportunistas, pícaros, que con la careta de la preocupación que los embarga por el bien público, en el fondo solo anhelan treparse al vehículo para, una vez aupados y dejando de lado sus promesas, rapiñar para enriquecerse, traicionando así sus votos y juramentos.

Si tal fuera nuestra realidad, ¿quién sería el responsable de ello?

Nosotros, los piuranos, por abúlicos y estúpidamente indiferentes.