DE TUMBO EN TUMBO
(Piura, 20 febrero 2021)
Luis Gulman Checa
Fatalmente, así es como viene marchando nuestro
asolado y rapiñado país desde años atrás como está demostrado por la
interminable serie de, figurados, tumbos que lo remecen de pies a cabeza
poniéndolo al borde del colapso, y, cuando parece que está empezando a resollar
librado de las turbulentas aguas, es acometido por otro doblemente maligno, por
cuanto, además de sumirlo en la
desesperación por la falta de oxígeno, cuando resurge a la superficie ya olvidó
los “tumbos” pasados que también lo pusieron al borde de la muerte.
Un diagnóstico certero y preciso referido a los
síntomas de la enfermedad que afecta nuestro país, es el siguiente: CORRUPCIÓN e
IMPUNIDAD, los cuales, aunque parezca irreal o excesivamente optimista, son muy
fáciles de erradicar. ¿Cómo? Poniendo en práctica el conocido aserto que dice:
MUERTO EL PERRO, MUERTA LA RABIA.
Podría formular un listado interminable de hechos delictivos y punibles perpetrados en el
pasado reciente que, milagrosa y/o inexplicablemente, duermen el sueño de los
justos, olvidados y enterrados, ratificando que la imperante IMPUNIDAD equivale
a gasolina de 800 octanos acelerando la multiplicación (dejando cual niño de
pecho la de los panes y los peces) de los corruptos que sangran al Perú sin
pena ni descanso.
Habida cuenta que las mujeres están en la cresta
de la ola, traeré a colación un hecho imputado a la excongresista Luciana León
que no la llevó de cabeza a la cárcel únicamente por la protección que le
confería la inmunidad parlamentaria. Supongo que tal latrocinio confirmado, casi, al 100% duerme en
alguna fiscalía por cuanto la inmunidad perdura por un tiempo luego de dejar el
cargo, aunque, según se ha hecho norma, podría quedar enterrado y olvidado.
Analizando el tumbo que ahora nos ahoga
constatamos que otra de nuestras lacras es tomar el rábano por las hojas, como
lo demuestra que el real crimen, según indican algunos indicios, habría sido
que el proceso de adquisición de las vacunas también fue un medio para robar y
rapiñar el erario. Sin embargo, dejando de lado lo realmente importante, cual
cortina de humo, la atención se dirige a una falta, comparativamente,
infinitamente menor como la vacunación de algunas personas por debajo de la mesa.
Es natural propender a defender la vida y
repudiar la muerte. Sin embargo, los corruptos de todo jaez, de capitán a paje,
se zurran en el derecho a la vida de las personas que agreden, sea a balazos o
matándolas a pocos rapiñando el erario. Entonces, pregunto, ¿no habría que administrarles
su propia medicina?