DUO TÓXICO: ESCAPES LIBRES Y ALARMAS
(Piura, 18 febrero 2021)
Luis Gulman Checa
Cada vez que oigo circular un vehículo con
escape libre y miro al conductor la sorpresa me invade al ver que tiene
apariencia humana y no es una bestia. ¿Por qué? Por cuanto hay que ser más
irracional que una bestia de la selva para andar jodiéndoles la vida a las
personas generando ruidos estruendosos.
Sin embargo, mirando estos hechos bajo otro
cristal, debemos aceptar que,
fatalmente, en nuestro medio se ha impuesto la ley de la selva, prueba de lo
cual es la proliferación de las citadas “bestias” sin que ninguna ¿autoridad? ponga coto a
tremendo atropello/insolencia.
Digresión:
El deterioro generalizado e imparable de nuestras
vidas nos debe llevar a constatar que la honra y el amor propio desaparecieron
de nuestras autoridades. ¿Por qué? Por cuanto, luego de haber movido cielo y
tierra para acceder a los cargos, en vez de prodigarse sin descanso en procurar las mejores condiciones de vida para
las personas a su cargo, abandonan el imaginario barco que debían dirigir
dejándolo en manos de virtuales hienas hambrientas y asquerosas.
Demostrando que
las desgracias no vienen solas, los citados escapes han forjado una
estrecha y maldita alianza con otra moderna lacra: las alarmas instaladas en
los vehículos para protegerlos de los rateros. Así, estas últimas son tan finas
y delicadas que no requieren que una mano se
pose sobre sus custodiados para lanzar sus estridentes ruidos al
espacio, pues les basta y sobra con el paso de un vehículo con escape libre.
Me viene a la mente una conversación sostenida
décadas atrás con un matrimonio suizo, en el sentido que el respeto al prójimo
era tan acendrado en su país que, por ejemplo, quienes habitaban un edificio de
departamentos no podían hacer correr el inodoro luego de cierta hora para no
perturbar al vecino. Entonces, estando el país helvético firmemente instalado
en el primer mundo en lo referido al respeto mutuo que impera entre sus
pobladores, ¿en qué lugar de la imaginaria escala nos ubicaríamos nosotros?
La actual crisis de valores me trae a la mente
la económica en que dejó sumido al país
el régimen de AGP culminado en 1990. Así, entonces, mientras ésta fue rápida,
cruda, limpia y eficientemente erradicada por su sucesor, AFF, sin que corriera
sangre, balas ni criminales tomas de carreteras; me pregunto quién, cómo y
adoptando que clase de medidas podrá salvarnos de la crisis actual instaurando
en nuestro asolado país el respeto mutuo entre sus ciudadanos.