¿PECADO MORTAL O VENIAL?

 

(Piura, 16 febrero 2021)

 

Luis Gulman Checa

 

Me refiero al perpetrado por quienes se coludieron para, subrepticiamente, disponer bajo la mesa del 0,1623% de las 300,000 vacunas contra el Covid, parte del primer lote llegado al país.

 

Es lamentable nuestra proclividad a hacer el ridículo, pues no cabe otra conclusión tras la tormenta desatada por la revelación que 487 ciudadanos peruanos, no chilenos ni bolivianos, fueron vacunados, al extremo que se ha creado una Comisión Investigadora para ¿desentrañar las oscuras urdimbres bajo las que se dieron hechos tan lamentables y atentatorios contra la estabilidad política y económica de nuestra patria?

 

Originalmente apareció el expresidente Martín Vizcarra como el único que había perpetrado semejante crimen,  sin embargo, los sabuesos camuflados en medios de prensa, prontamente descubrieron que tal era apenas la ínfima punta del iceberg sumergido y representativo del desorden imperando en el país, por cuanto, hasta ahora, habida cuenta que los citados deben seguir husmeando y olfateando, otras 486 personas  perpetraron el mismo pecado.

 

Una reflexión lógica sería la siguiente: ¿Quién aprobó la lista de los vacunados y cuáles fueron las razones/parámetros en los que se basó la selección? Entonces, en atención a que la corrupción - tan igual como la algarrobina es  enseña de Piura - se ha constituido en la marca de fábrica del Perú, deviene del más elemental sentido común preguntarnos si los vacunados, previamente, pasaron por caja antes de ser incluidos en la lista.

 

Sin embargo, personalmente no creo hayan corrido billetes bajo la mesa al estilo de “paga Barata, carajo”, sino, simplemente, se trata de personas aterrorizadas por la posibilidad que el Covid los infecte dando fin a su vida terrena. En otros términos: se zurran de miedo ante la posibilidad de sumarse a la lista de occisos razón por la que recurrieron a la instancia adecuada para ser vacunados.

 

Entonces, si tal presunción se acercara a la verdad, ¿sería propio de personas imbuidas de buenos y sanos sentimientos,  crucificar a los vacunados?  Ello revelaría una absoluta falta de humanidad al ser entendible la existencia de personas aterrorizadas por la posibilidad de ser infectadas al extremo que, desde que el problema salió a la luz, marzo del pasado año, están soterradas en sus domicilios premunida-+

s de máscaras, guantes, trajes de astronauta y consumiendo alcohol y jabón a raudales.

 

Termino con una simple e inocente pregunta para hacernos reflexionar respecto a lo circense que se tornó la vida en el Perú:

 

¿Acaso no es mil veces más grave el robo perpetrado en la gestión del Proyecto Alto Piura que las 487 dosis de vacuna?