A LLORAR AL MURO

 

(Piura, 09 marzo 2021)

 

Luis Gulman Checa

 

Me dirijo a los ciudadanos de Piura que perpetraron la barbaridad de elegir a un  ignaro, incompetente y traidor (por entregarnos, atados de pies y manos, al incalificable César Acuña como lo demuestra su insolencia implícita al colocar a un secuaz en la gerencia general del GORE), por cuanto, así como podemos asegurar que sumar dos más dos arroja cuatro como resultado; también, ineludiblemente, deberemos pagar por los daños sufridos por la maquinaria que quedó bajo agua debido a la descarga del río Piura.

 

Desde días atrás circulaba en las redes un documento, fechado 02 de febrero, cursado por el propietario de la maquinaria a la gerencia general del Gore solicitando autorización para retirarla del cauce del río, sin duda porque la obra había quedado tirada y abandonada. A la luz de los hechos, resulta evidente que la comunicación no mereció  atención ni respuesta de la entidad lo que devino en el increíble espectáculo que aún está ante nuestra vista: las máquinas cubiertas por el agua del río.

 

Es por ello que la portada de “El Tiempo” de la fecha, a contrapelo de la del día de ayer, anuncia una acción que, sin la menor duda, se hará realidad:

 

Demandarán al GORE por la maquinaria que se hundió en el río

 

Empresa solicitó al Gobierno Regional el retiro de los vehículos pesados desde febrero. Las grúas están valorizadas en 6 millones de soles.

 

Como está al alcance de cualquier mente, la demanda que incoará el propietario de la maquinaria (que no es el contratista de la obra), culminará con una sentencia imponiendo  GORE  el pago de una suma, por daños y perjuicios, la cual, considero,  estará por encima de la fijada en la sumilla del diario. Sin embargo, al margen del monto, lo real y trascendente es que ello nunca debió suceder si en la gerencia general hubiera una persona capaz/normal y la citada comunicación hubiera merecido una respuesta automática y aprobatoria.

 

Así, pues, estimados paisanos, el citado desembolso en realidad saldrá de nuestros bolsillos,  por cuanto, hasta el último centavo gastado por la entidad es nuestro (incluido el sueldo del inútil gerente general), ratificándose aquello de que los errores se pagan. Sin embargo, el costo real que debemos asumir es mil veces superior al que dictamine la justicia, por cuanto el daño sufrido por nuestro departamento al haberlo puesto en semejantes manos es inconmensurable.

 

¡OJALÁ HAYAMOS APRENDIDO LA LECCIÓN!