EL PERÚ EN CUIDADOS INTENSIVOS
(Piura, 17 marzo 2021)
Luis Gulman Checa
Siendo perfectamente racional y aceptable que
los trabajadores se declaren en huelga, es decir, cesen de laborar con el fin
de lograr mejoras económicas o sociales, como, por ejemplo, acaban de hacer los
transportistas por el incremento del valor de los combustibles; es inaceptable
y condenable, debiéndose reprimir en el término de la distancia y sin
contemplaciones, los desmanes que los citados huelguistas vienen realizando o promoviendo a lo largo y ancho
del país.
Digresión:
Me vienen a la mente las permanentes huelgas
decretados antaño por la Federación de Empleados Bancarios, cuya única
consecuencia era que las entidades cerraban sus puertas y el público usuario
salía perjudicado. Así, que recuerde, jamás incendiaron un banco mi decapitaron
gerente alguno.
Con franqueza y pena reconozco haberme sentido
invadido por profunda vergüenza ajena al ver, en los varios noticieros
matutinos difundiendo escenas vandálicas perpetradas por auténticos hijos de
puta bloqueando carreteras, impidiendo el tránsito y destruyendo vehículos; por la permisividad y cobardía mostrada por las ¿FUERZAS DEL ORDEN?, las
cuales, en vez de honrar compromisos y juramentos actuando como correspondería
en un país auténtico, es decir, en el que impera el orden y la autoridad,
parecían peleles mezclados con los vándalos que debían reprimir.
Creo haberlo planteado antes pero es oportuno
reiterarlo:
¿Cómo fallaría un juez
enfrentado a un imputado de haber cocido a balazos a 37 mal nacidos que
pretendían impedirle el paso por una carretera yendo con su familia a disfrutar
de un agradable fin de semana en un idílico balneario, quien, provisoriamente,
estaba premunido de una metralleta perfectamente abastecida y con la licencia
de rigor?
¿Exagero? No lo creo, por cuanto, como lo
estamos viviendo o sufriendo en carne propia, la permisividad y/o punible falta
de cojones de las autoridades están permitiendo que el DESPELOTE desatado en el
Perú se agigante cada día acercándonos más al borde del figurado abismo al que
estamos yendo.
Así y ahora:
¿QUIÉN PODRÁ DEFENDERNOS?