DEMOCRACIA VS ELITISMO
(Piura, 10 marzo 2021)
Luis Gulman Checa
La edición de “El Comercio” del día de ayer
apareció con dos artículos inspiradores. De un lado, Francisco Miró Quesada
criticando acremente el elitismo - el gobierno en manos de una minoría
ilustrada que desconfía y/o desprecia al pueblo - y, de otro, Martín Tanaka haciendo
cerrada apología de la democracia.
En principio y teóricamente, nadie en su sano
juicio podría estar en contra de la democracia, por cuanto sus cimientos son
indestructibles: “Sistema político que
defiende la soberanía del pueblo y su derecho a elegir y controlar a sus
gobernantes”, es decir, una situación idílica en la que el pueblo, en su
condición y/o calidad de ser la voz de Dios, libre y voluntariamente, decide en
manos de quién poner su destino.
Pero, no se trata de una carta blanca que le
permite al escogido hacer y deshacer a su antojo, por cuanto, el pueblo
soberano mantendrá mirada y atención
fijas sobre su accionar cuidando y
velando no se desvíe de la senda correcta, la cual, obviamente, equivale a que
sus acciones, únicamente, tengan como fin el bien y progreso de sus gobernados.
Entonces, de acuerdo a lo expresado, habría
quedado claro y confirmado que la democracia equivale al non plus ultra de los sistemas de gobierno.
Sin embargo, como felizmente los seres humanos
fuimos dotados de la capacidad de pensar y razonar, habiendo analizado
someramente los fundamentos y bondades de la democracia, es oportuno comprobar
si la realidad se compaginó con la teoría, es decir, si el ejercicio de la
misma equivalió a un ascenso indetenible hacia el bienestar.
Veamos los efectos del imperio de la democracia
en nuestro país a partir del año 2001, cuando elegimos a Alejandro Toledo,
hasta la fecha. Mi opinión, como ciudadano de a pie sin títulos ni
merecimientos: DESASTRE ABSOLUTO.
Si mi conclusión estuviera acorde con la
realidad, debiéramos concluir que la democracia estaría muy lejos de ser tan
maravillosa como la pintan sus
defensores. Sin embargo, como por definición es perfecta, en el caso de nuestro
país debe estar faltando un ingrediente para que el, figurado, pastel sea
tragable, el cual, aunque duela, obviamente es la falta de “preparación” de las
masas ciudadanas para asumir responsabilidad de tan enorme trascendencia como
es determinar en qué manos poner nuestro
destino.
Dirigiendo la mirada a nuestro ámbito, Piura,
analicemos in pectore los efectos de
la democracia sobre las sucesivas elecciones de nuestros gobernantes regionales
a partir del año 2004.
Que cada quien extraiga sus propia conclusiones
y, recurriendo a la contienda sugerida en el epígrafe coloque en una balanza
imaginaria qué hubiera sido mejor y más conveniente, si la apuesta por la
democracia o el imperio del elitismo, en el caso presente representado por la
designación por el Jefe del Ejecutivo del mandamás de nuestro departamento, como
antaño.
Conclusión:
La democracia como el caviar son manjares que no somos capaces de apreciar.