EL PERÚ ESTÁ EN ASCUAS

(Piura, 11 diciembre 2017)

Luis Gulman Checa

Las informaciones que, cotidianamente, recibimos fruto de la investigación Lava Jato originada en el Brasil, han generado una situación de impredecibles consecuencias en el futuro inmediato de nuestro país.

¿Acaso el episodio de la perdida página 11 en 1968 no equivalió a un juego de niños comparado con lo que ahora vivimos?

Cuando, optimista e ilusamente, creímos que la corrupción desaparecería del Perú luego del brutal choque emocional que significó la propalación de los videos filmados por Vladimiro Montesinos, la cruda realidad nos despierta de tal sueño y nos lleva a plantearnos una escalofriante reflexión:

Si el mismo “Cholo” (por auto definición) que se trajo abajo el gobierno de la dupla AFF – VMT, tan luego se aupó al poder, se apuró en seguir los pasos de los defenestrados, expoliándonos y robándonos a todos los peruanos, ¿qué futuro podemos tener como país?

Es lícito afirmar que la clase política en el Perú ha fallecido, ergo, lo que tenemos a la vista es un cadáver. ¿Acaso los deudos de una persona fallecida no tienen la obligación de sepultarla? Entonces, el más elemental de los sentidos nos indica lo que debemos hacer si de verdad deseamos que nuestro país perviva y progrese:

Sepultar, figurativamente, profundamente y con la cabeza hacia abajo, a los políticos que, burda y asquerosamente, vienen demostrando que el Perú no es más que una fuente para extraer “agua” para ellos importándoles menos que un comino el bienestar y progreso de los peruanos, quienes, absurdamente, los mantenemos bien remunerados para que sigan apretando la soga que nos ahorca.

Como no vale criticar sin  proponer y comulgando con el aserto que dice: “A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga”, en el sentido que las personas adineradas jamás me generaron envidia; sugiero a los señores propietarios de empresas constructoras quienes, recientemente, fueron encarcelados provisionalmente por un período de 18 meses; que, imitando a los ejecutivos brasileños, mil veces más ricos y poderosos que ellos, digan fuerte, claro y públicamente todo lo que saben sin esconder, maquillar ni disimular nada.







Así,  se reivindicarían con el Perú y tal decisión equivaldría al sacramento de la Confesión - que sana el alma por horrendos que hayan sido nuestros crímenes y pecados -, coadyuvando  a la supervivencia de las empresas que representaron o representan, de las cuales, no debemos olvidarlo, no solo dependen decenas de miles de familias peruanas honestas y necesitadas sino cuya sobrevivencia es fundamental para ejecutar las imprescindibles obras de infraestructura que el Perú requiere.

Finalmente, señores empresarios, teniendo presente la milenaria interrogante irresoluta que dice: “¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?”, hablen confiada y abiertamente porque la ciudadanía sí sabe en este caso quiénes fueron los reales y auténticos corruptos:

Los gobernantes y funcionarios (con las debidas y mínimas excepciones) de capitán a paje, que exigen coimas a todo aquel que cae en sus garras.

Bien mirado el asunto, ustedes y todos los que han pagado coimas, a lo largo y ancho del país, devienen, simplemente,  en auténticos tontos útiles.