EL TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS

(Piura, 09 diciembre 2019)

Luis Gulman Checa

El contralor, Nelson Shack, identificó nuestro propio triángulo émulo del citado en el epígrafe, el cual, en vez de ubicarse en el mar, está enraizado en tierra firme pervirtiendo y contaminando la obra pública, siendo sus tres catetos los siguientes:

 Funcionario - Contratista -  Supervisor

Me refiero a la reciente y rimbombante “Conferencia Anual Internacional  por la Integridad” llevada a cabo en la ciudad de Lima, en la cual y durante su discurso inaugural N.S. expresó: “Cuando hay irregularidades en una obra pública, con frecuencia hay colusión entre el supervisor, el contratista y el funcionario deshonesto. Ese triángulo colusorio hay que romperlo”.

Tal afirmación es incuestionable, por cuanto,   las obras  en las que se concreta tan aciaga circunstancia, son, además de una fuente inagotable para saquear el erario, el origen de infraestructuras destruidas por cualquier “Niño Costero” de dos por medio y/o por un ínfimo movimiento sísmico.

Pero, preguntémonos, ¿quién tiene la batuta en la ejecución de una obra pública? Sin lugar a la menor duda y, en referencia al triángulo de N.S., el FUNCIONARIO, quien recibe su mandato de una de dos vertientes: 1) Es designado, directa o indirectamente por el presidente de la Republica o 2) Es elegido por el soberano, el pueblo.

Siendo ello así, la reflexión que debiéramos plantearnos es la siguiente:

¿Cómo es posible y/o qué diablos está pasando para que tanto corrupto/ratero/sinvergüenza se convierta en mandamás de entes públicos infectándolos con el maldito y citado triángulo, como lo prueba la cantidad de obras tiradas e inacabables?

Una primera, obvia y tristísima conclusión sería que la corrupción nos infectó en grado tal que habría que buscar con lupa, entre la minúscula cantidad de personas honestas que aún respiran en el Perú, para hallar seres idóneos que desempeñen los cargos  con eficiencia, pulcritud y honestidad.

Sin embargo, para ir desbrozando el camino, el contralor debería determinar cuál grupo de funcionarios, los designados o los elegidos, carga sobre sus hombros la  mayoría de obras pervertidas, atreviéndome a pronosticar que serán los elegidos, alcaldes y gobernadores, quienes llevan la delantera. Si así fuera, reiteraré mi prédica:

Gobernadores y Alcaldes designados, no elegidos.