S I M U L A C R O S
(Piura, 10 diciembre 2019)
Luis Gulman Checa
Es usual que las autoridades competentes
organicen, periódicamente, los llamados simulacros, equivalentes a imitaciones
de sucesos que pueden darse en la realidad con la finalidad de adiestrarnos
para actuar adecuadamente cuando se
produzcan. Así, hemos sido sometidos a los efectos de movimientos sísmicos de
variada intensidad como también a devastadores, pero a Dios gracias imaginarios,
Tsunamis, que hubieran borrado del mapa innumerables poblaciones costeras, con seres humanos
incluidos.
No atreviéndome a calificar de inútiles tales
prácticas amparado en que su ocurrencia, además de absolutamente imprevisible,
siempre coge a la población, figurativamente, con los pantalones abajo, pero,
prendiéndome del fin de los mismos; respetuosamente, oso proponer a las autoridades
competentes y concernidas llevar a cabo el siguiente simulacro, originado no
por un exceso de la naturaleza sino por un grave y atroz defecto:
¿Cómo enfrentaríamos
los piuranos un año atrozmente seco, al extremo que la masa anual descargada
por el río Chira bordee los 500 MMC y
los afluentes del río Piura apenas humedezcan su cauce por un corto lapso?
La historia nos dice que el supuesto descrito ut supra, a diferencia de terremotos y
tsunamis, es muy frecuente en términos relativos, por cuanto mientras los
primeros se repiten tras siglos, las sequías se presentan tras décadas.
La tragedia que tal ocurrencia generaría se
debe a la gran expansión de la agricultura de primer nivel con cultivos permanentes
en áreas que pudieron irrigarse gracias al desarrollo del Sistema Chira Piura a
partir de la década de 1970. En razón de ello, es pertinente y necesario plantear
el simulacro propuesto, por cuanto, cuando semejante sequía se presente se
generará un gravísimo problema que, personalmente, años atrás describí en un artículo
titulado. “La guerra por el agua”.
Vayamos imaginando que, cuando tal sequía se
materialice, de acuerdo al estatus actual, no discurriría agua por el Canal de
Derivación (a excepción de la indispensable para el uso humano de Sullana,
Piura y sus respectivos anexos), lo que arruinaría los miles de hectáreas “colgadas”
del citado canal como también Cieneguillo y la boyante agricultura desarrollada
en el Medio Piura aprovechando el agua que descarga el canal al río Piura.
Así, entonces, habiendo especulado tanto
respecto a lo grave que sería un atroz FEN para el Bajo Piura desprotegido sin
defensas, lo cual es muy “productivo” para algunos, especialmente los contratistas de maquinaria
pesada; ahora sería conveniente especular respecto al otro extremo:
Qué diablos haríamos
ante un año seco de verdad como tantos sufridos en el pasado: ¿Dedicaríamos la
escasa agua a defender los cultivos permanentes o, por ejemplo, el valle del
Chira, PROPIETARIO DEL AGUA, sembraría arroz?