PERUANOS: INEXTRICABLE IDIOSINCRACIA

(Piura, 11 diciembre 2019)

Luis Gulman Checa

¿Alguien, en su sano juicio, negaría que la situación política en el Perú se tornó insostenible a raíz de la reacción de Keiko Fujimori, que había logrado una mayoría congresal jamás vista en la historia, cuando perdió, por fotografía, la segunda vuelta ante PPK quedando con los crespos hechos cuando ya saboreaba la victoria y la conquista del poder?

Fue una desgracia irremediable que no hubiera ni una persona de su entorno que la calmara y orientara haciéndole ver que, en el fondo y pese a la derrota, el panorama se le presentaba esplendoroso con miras a barrer en el siguiente proceso electoral al que llegaría fortalecida y como gran estadista siempre y cuando se condujera con cordura y sentido común. ¿Cómo? Así:

Habida cuenta que Peruanos por el Kambio y Fuerza Popular, futbolísticamente, pateaban para el mismo lado, en vez de ordenar a sus huestes “saltarle al cuello” a PPK tal y como si él hubiera sido el culpable de su derrota y no el electorado nacional, debió disponer una especie de cogobierno orientándonos al progreso y desarrollo. Sin embargo, tanto para su desgracia como para la del país, quedó patente que privilegió, erradamente, su propio interés y apetitos.

Cambiando de paciente veamos si el diagnóstico, luego de examinar al actual mandatario, arrojaría el siguiente resultado:  

Es un maldito y nefasto manipulador que, desde Moquegua, capturó las mentes de los “blanquitos” que rodeaban a PPK para que lo convocaran “choleando” la plancha; subrepticiamente se asoció con las huestes, ya descritas, que querían convertir a PPK en alimento para hienas dirigiendo desde las sombras las maniobras para defenestrarlo utilizando a un muñeco/pelele que había sido su colega como presidente regional. ¿Qué lo motiva? El esconder del ojo público las raterías y despropósitos perpetrados durante su gestión como presidente regional de Moquegua, habiendo sido el colmo de sus latrocinios el delincuencial manejo del contrato para construir un hospital que ni siquiera existe.

Conclusión: Como piurano, testigo del punible/corrupto manejo del Proyecto Alto Piura ante el ominoso y/o cómplice y/o sospechoso silencio de Nelson Shack y la Contraloría General; tendría que ser deficiente mental para no ver que el citado funcionario está cooperando a oscurecer la cortina de humo tendida en el país.