ERRADO PERO REVELADOR

(Piura, 02 diciembre 2019)

Luis Gulman Checa

Me refiero al editorial de “Correo”, edición de la fecha, en el cual, resumiendo, se culpa al Poder Ejecutivo por no acompañar,  desde muchos años atrás, a administraciones locales (municipales y regionales) para disponer debida y oportunamente del dinero a su disposición.

Entonces, ¿cómo es la nuez? Acaso la descentralización, materializada en los gobiernos regionales, ¿no fue el anhelo de las provincias hecho realidad? Así, los antaño subyugados y despreciados provincianos, al fin se verían libres de las cadenas que los mantenían cautivos  cual esclavos del malsano centralismo.

El citado editorial, si bien tomando el rábano por las hojas, reconoce una verdad de Perogrullo: El desempeño de nuestros gobiernos regionales, ininterrumpidamente, ha sido desastroso y, en vez de potenciar el desarrollo, ha servido para rapiñar el erario zurrándose en el bienestar y progreso de sus gobernados. Ejemplo monumental de lo expresado: el Alto Piura.

¿Cuál es la gran verdad escondida en el citado editorial?

Que la descentralización, concebida con buenas intenciones, nació con un gen maldito en su naturaleza: Dejar en manos de la población la elección de las autoridades, como está absolutamente demostrado por los cientos (¿o serán miles?) de electas en el curso de los años, condenadas, prófugas o encausadas.

Lo he dicho pero ahora viene como anillo al dedo reiterarlo:

Cuando Piura estaba “bajo el yugo del centralismo” fue bendecida/favorecida por dos obras monumentales: la Colonización San Lorenzo y el Sistema Chira Piura. Sin embargo, liberados de los “limeños” y dueños de nuestro destino, nuestros elegidos batieron el récord mundial de la incompetencia (evitando usar calificativo más propios) como lo refleja la indescriptible conducción del Alto Piura.

El siguiente párrafo del citado editorial ratifica lo expresado referido a que elegimos ignaros e incompetentes:

De nada sirve transferir recursos a regiones en pomposas ceremonias palaciegas, si gobernadores y alcaldes, así como sus funcionarios, no saben utilizar la plata.



Pregunta oportuna y obligada;

¿De quién es la responsabilidad de poner en manos de ignaros y/o incompetentes y/o corruptos la conducción de entidades vitales para el desarrollo de los pueblos y bienestar de la ciudadanía?

Sí, estimado lector, somos nosotros los únicos culpables de nuestra desgracia por cuanto, mayoritariamente, cuando votamos, figurativamente, nos aplicamos un seppuku (suicidio japonés).