AGRO Y MINERÍA

 

(Piura, 29 diciembre 2020)

 

Luis Gulman Checa

 

Me motiva un artículo publicado por Doña Marlene Castillo Fernández en el suplemento dominical de “El Tiempo” de la víspera, insistiendo, erradamente según mi percepción, en la difusión de la idea que la Agricultura y la Minería, es decir, dos actividades vitales e insustituibles para la vida del hombre, son tan incompatibles como el agua y el aceite. Así, no habría ninguna posibilidad que puedan llevarse a cabo simultáneamente  en paz y armonía. (*)

 

Doña Marlene, desde el epígrafe, lanzó el mensaje  que ambas actividades son enemigas mortales cuando tituló su artículo del siguiente modo:

 

¿AGRO O MINERÍA?

 

NUEVO CONFLICTO SOCIAL EN EL VALLE DE SAN LORENZO.

 

La argumentación de quienes defienden la tesis de Doña Marlene parte del principio que, mientras la Agricultura es una actividad que no toca el medio ambiente ni con el pétalo de una rosa, es decir, es tan pura, limpia y cristalina cual bebe recién nacido; la minería, por lo contrario, es un virtual  engendro creado por Satanás para desgraciar la salud y la vida del ser humano.

 

Digresión:

 

Así como hogaño se lleva un registro diario de los decesos ocasionados por el Covid, ¿a cuánto ascendería el número de cristianos muertos envenenados a consecuencia de haber aplicado arseniato de plomo a las plantaciones de algodón para eliminar el gusano de hoja durante las décadas que brilló tal cultivo? Asimismo, ¿no hay que ser tremendo caradura para oponerse a la  minería por su efecto contaminante, cuando, por décadas, los opositores a tan vital actividad permanecieron callados en siete idiomas cuando las avionetas surcaban los cielos piuranos lanzando insecticidas al aire matando todo lo que se movía con el objetivo de eliminar las plagas asolando los algodonales?

 

Imaginemos que la tesis defendida por Doña Marlene se impusiera en el mundo y la minería fuera erradicada priorizando la supervivencia del hombre. Pregunto:

 

¿Qué sucedería con la agricultura viéndose privada de tractores; implementos de arado, cultivo, siembra y gradeo; palanas, hoces, tijeras; bombas y motores eléctricos; etc.?

 

Además, Doña Marlene también sufriría graves perjuicios al verse privada de computadora, teléfono celular y, para peor, sus piernas trabajarían sin descanso llevándola de un lugar a otro, pues, como es obvio, desaparecerían los vehículos de transporte, incluidas bicicletas.

 

Siendo respetuoso de las opiniones ajenas, reitero el asombro que me invade al oír a leer a personas, aparentemente, pensantes e inteligentes, denostando de la actividad minera por contaminante, cuando, a ojos vistas, todas las actividades humanas lo hacen, incluida, por ejemplo, la ganadería. ¿Por qué?  Por cuanto los gases que lanzan al espacio los vacunos a consecuencia de su proceso digestivo tienen mucho que ver con el llamado efecto invernadero.

 

Concluyo con la siguiente afirmación:

 

Desdeñar explotar los recursos minerales a nuestra disposición es tan absurdo e inimaginable como que quien ganó un Tinkazo de 10 millones, no lo cobre.

 

(*) A pesar que en el mundo sobran los ejemplos demostrativos de lo contrario.