ARTÍCULO DE INTERES GENERAL
Por: La Primera Digital | 26 de mayo del 2015
Regiones como Puno, Arequipa, Madre de Dios,
Ayacucho, Ica, La libertad, Piura, son zonas donde se desarrolla la minería
ilegal, junto a esta actividad también se realiza la trata de personas y otras
actividades ilícitas.
Hace algún tiempo tuve la oportunidad de conocer
algunas zonas de la provincia de Caravelí, región Arequipa. En este lugar uno
puede encontrar varios asentamientos mineros que llegan a albergar cerca de 3
mil personas.
Muchos de estos asentamientos mineros son “visitados”
por personas, que en búsqueda de trabajo ponen en riesgo sus vidas – y la de
sus familias – en los reducidos, inseguros y mortales socavones de estas minas.
Suben a pie por los empinados cerros, por un estrecho camino, con linterna en
mano, una mochila con algo de provisiones, pico, combo, sacos y mucho coraje.
Las muertes en el lugar se dan muchas veces por asfixia dentro de los socavones,
caídas, derrumbes, asesinatos por asalto. Trabajan sin equipos de protección
personal, usan dinamita para abrirse paso entre las grandes rocas en búsqueda
del tan ansiado metal; dinamita que también es ilegal que llega hasta esas
zonas por los caminos rurales, evitando la escasa o muchas veces nulo control
de la policía. Los socavones no van más allá de 1 metro de altura por 1 de
ancho, eso en el mejor de los casos.
La escasez de agua y electricidad en la zona, ponen
en más riesgo sus vidas y la de los pobladores, expuestos a enfermedades
estomacales, los problemas de salubridad y seguridad se agravan, pues abundan
los bares clandestinos y la prostitución.
Quienes dicen ser dueños de estas vetas –así les
llaman a los socavones- no entienden o no quieren entender que es ser formal,
trabajar legalmente, les interesa un pepino el cuidado del medio ambiente, el
Estudio de Impacto Ambiental (EIA) que muchos reclaman a la mineras formales,
ellos se lo pasan por las “cuatro letras”, se zurran en eso que piden a gritos
en las marchas: Licencia Social. Una vez obtenido el mineral aun con roca y
tierra, lo llevan en sacos al pueblo para venderlo en los locales donde se
muele – conocido como quimbaletes – son en realidad casas; un negocio para
ellos normal, así como que tu vecino de a lado tuviera un restaurante; allí
colocan las rocas y la tierra en un pozo, donde el agua y el mercurio se
mezclan para poder separar y obtener el oro. Luego de esto, a través de una
cadena también ilegal de comerciantes y compradores de oro llega a ingresar al
mercado formal.
En el Perú, la minería ilegal mueve aproximadamente
cerca de 2 mil millones de dólares al año, del cual ni un centavo ingresa a las
arcas del Estado, y encima de todo esto, el Estado tiene que realizar trabajos
de remediación ambiental como el emprendido en Puno con una inversión de 200
millones de nuevos soles para la ejecución de proyectos destinados a remediar
las zonas depredadas por la minería ilegal; dinero que sale de nuestro
bolsillo.
La minera ilegal no aporta ni un sol a las arcas
del Estado, no paga impuestos, no tributan lo único que aportan es
contaminación, inseguridad, delincuencia, prostitución y muertes que quedan
impunes, no permiten el desarrollo de los pueblos de donde extraen el mineral.
Está gente pasea tranquilamente en sus camionetas 4X4 por las ciudades en las
que tienen una, dos y hasta tres casas, para ellos no hay activista
medioambiental, universitario, ni antimineros que les haga un paro, que les
exige respeto por la vida de sus trabajadores, que pida por el desarrollo y
respeto de los pueblos aledaños, del cuidado que deben tener con el río que
pasa por ahí, de impedirles que usen agua de las fuentes subterráneas que es
para la casi extinta agricultura del lugar, les importa un carajo que los
residuos de agua con mercurio recorran las calles del pueblo de donde extraen
el oro, viven despreocupados del futuro y de la salud de los niños que juegan
en los humedales que dejan los residuos mineros.
Exigir a una empresa minera formal que cumpla con
todo lo exigido por la ley me parece correcto, ser riguroso y fiscalizador
también. Con esa misma vara debería “medirse” a los mineros ilegales, con esa
misma rigurosidad y muchas veces ferocidad deberían salir a marchar muchos de
los que dicen NO A LA MINERÍA. Porque si hay una minería que mata, que fomenta
la trata de personas, que vulnera los derechos de las personas y contamina sin
remediación alguna es la minería ilegal; y contra ella no hay carteles, no se
escucha voces en las calles, plazas, ni se toma carreteras.
David
Díaz S.