GABINETE BAJO LA LUPA

(Piura, 25 julio del 2016)

Luis Gulman Checa

La ciudadanía duda respecto a si el gabinete ministerial, que juramentará el próximo día 28, en el ejercicio de sus funciones pondrá por delante los auténticos intereses nacionales o los de sus antiguos empleadores privados.

La aprehensión de la población está plenamente justificada por los innumerables antecedentes de funcionarios que privilegiaron apetitos ajenos a los nacionales. Incluso, tengámoslo presente, actuaciones pasadas del futuro presidente de la República, al haber ido y venido del sector público al privado y viceversa,  fueron objeto de cuestionamiento.

Otro tema que también debiera ser abiertamente tratado, desmenuzado y explicado, es la real y consciente aceptación del perjuicio económico que significará, para la mayoría de los futuros ministros, renunciar a los espléndidamente remunerados cargos que desempeñaban para ponerse, sacrificada y abnegadamente, al servicio del país.

Fiel a mi convencimiento de que Ángeles y Santos solo hay en el cielo, quizá ingenua, tonta e inocentemente, aplaudiría, como ciudadano, que el futuro Primer Ministro, por ejemplo, explicara si rompió, total y definitivamente, con su antiguo poderoso empleador o si mantiene algún tipo de ligazón con el mismo.

Si estuviera en los zapatos del señor Zavala, empleando términos futbolísticos, de arranque le metería una  patada en los tobillos al sector cervecero, el que, sin embargo, solo afectaría sus beneficios en una ínfima fracción de la unidad.

En atención a que un consejo hasta de un conejo, va uno para los futuros ministros:

Tengan siempre en cuenta lo de “la mujer del César”. Así, por ejemplo, si algún día quedan varados por algún recóndito lugar, no cometan la estupidez de  alojarse en el campamento de alguna gran empresa minera,  optando por aceptar la invitación de algún humilde lugareño. Igualmente, si su vuelo se frustrara, ni locos trepen a una avioneta de Dionisio, pues será mil veces preferible   retornar “tirando dedo”.






El último:

Si les llegara un correo como el recordado e incalificable de la señora Blume que culminaba con un “por fa”, convoquen en el acto una conferencia de prensa, desahuevando públicamente al remitente e informando al país que, con PPK, la situación ha cambiado y a los pendejeretes se quedaron sin chamba.


Finalmente, en contraposición al modo de PPK, lento y cansino, que para algunos pudiera significar que es medio caído del palto; considero que no solo no tiene ni un pelo de tonto sino que no permitirá a ningún colaborador salirse de la línea del correcto y prístino ejercicio de la función pública. Si así no fuese, Dios lo condene.