AL SUSTO: COMO ANIMALITOS
(Piura, 20 setiembre 2017)
Luis Gulman Checa
Lamentablemente, el título se refiere a
nuestro accionar, idéntico al de los animales silvestres reaccionando como ellos
ante algún “ruido”, entendiendo como tal a diversos hechos como seísmos,
tsunamis, accidentes variados, crímenes espectaculares, etc. Actualmente, estamos agitados/preocupados por
dos lamentables sucesos: la muerte de tres personas debido al inexplicable despiste
de un vehículo mientras atravesaba un puente no solo en perfectas condiciones
sino que no llovía ni el cielo tronaba y, el otro, los dos recientes terremotos
que han sacudido México.
El primer y lamentable hecho mencionado ha disparado
las alertas de los “expertos” que han salido a pregonar la urgente
necesidad de evaluar los puentes de Piura. Pregunto: Y los otros, como los
construidos sobre el río Chira o el Ñácara, ¿acaso pertenecen a los chilenos
siendo despreciables?
“El Tiempo”, en su edición de ayer, publica
un reportaje preparado por Teo Zavala, encabezado por la siguiente pregunta:
¿Son seguros los
puentes de Piura?
El suscrito, reconociendo no ser “experto” en
materia alguna pero apelando únicamente a sus ojos, memoria y sentido común y,
muy importante, sin succionar ni un mísero centavo de las anémicas arcas
públicas, le responde, con cariño y respeto:
¿Cómo no van a ser
seguros si ahí están erguidos, enhiestos e incólumes luego de haber soportado
grandes avenidas, algunas de las cuales, como lo revela la foto que acompaña tu
reportaje, hizo pasar las aguas por encima de un puente?
Digresión:
No olvidemos el colapso del puente Bolognesi durante
el FEN de 1998, por cuanto ello prueba la punible incapacidad de nuestras
autoridades (in)competentes. ¿Por qué? Por cuanto, cuando un puente colapsa
(como sucedió con el puente viejo), de haber otro cercano también colapsará por la brutal turbulencia originada
por el desplomado a raíz de la lógica socavación del pilar central del ubicado aguas abajo.
El otro “ruido” nos viene de México,
lamentablemente azotado por dos terremotos en un corto lapso, lo que disparó
las alarmas en los múltiples pitonisos sísmicos quienes, colgándose de la coyuntura como de un
clavo ardiendo, nos atosigan formulando conjeturas y recomendaciones respecto a las medidas que, urgentemente,
debiéramos adoptar para minimizar los daños ante la presencia de eventualidad
semejante.
Al respecto y en primer lugar, los verdaderos
“expertos” han reiterado hasta el hartazgo que es absolutamente imposible
pronosticar cuándo y dónde (exactamente) se producirá un sismo.
Sin embargo, estas desubicadas personas,
olvidando que habitan un país del quinto
mundo en el que no solo la salud, educación, alimentación infraestructura
pública y seguridad (incluso, hasta los
bomberos que prestan servicios ad honorem) presentan un estado calamitoso;
urgen a instalar un Sistema de Alerta Temprana que costaría un huevo de plata, para
que las personas dispusieran de unos
cuantos segundos antes de pre aviso para ponerse a salvo.
Para información, estos sistemas, que México
adoptó en una pequeña parte de su territorio luego del terremoto que lo asoló
25 años atrás y que el día de ayer no funcionó; además de muy caros y costosos
de mantener, equivalen a jugar a la
Tinka, por cuanto si los detectores no están muy cerca del epicentro, no
servirían de nada. Además, estos “expertos” deberían precisarnos cuántos países
y en qué porcentaje de su territorio los han instalado.
Seamos realistas:
Si ni siquiera hemos
sido capaces, a pesar de los intentos y años transcurridos, de impedir que los
delincuentes encarcelados continúen manejando sus bandas usando teléfonos
celulares, ¿cómo podemos ser tan cretinos de pretender pronosticar terremotos?
Respecto a lo que sucedería con nosotros los
piuranos de ser víctimas de un sismo, no se requiere ser “especialista” para
pronosticar el futuro, pues basta y sobra con constatar la lamentable situación que atravesamos a consecuencia de unas lluviecitas
que cayeron m/m medio año atrás, lo que grafica, indubitablemente, muestra
(in)capacidad para actuar y reaccionar.
El
diagnóstico del suscrito si sufriéramos un sismo:
Estaríamos perdidos y
sin remedio, quedándonos, única y exclusivamente, prenderle velas y sacar en
procesión (si los templos no hubieran quedado absolutamente arrasados) a la Virgen de las Mercedes, a María
Auxiliadora, al Señor Cautivo de Ayabaca y al Señor de Chocán para que muevan
sus influencias en el cielo y, milagrosa y rápidamente, todo volviera a la situación
anterior.