EL MUNDO AL REVÉS

(Piura, 15 junio 2019)

Luis Gulman Checa

En la bahía de Sechura se viene dando una situación de lo más extraña, pues, como es sabido, desde años atrás se produjo un boom económico beneficiando a muchos sechuranos debido a la proliferación de la crianza de la concha de abanico, verdadero manjar para el paladar muy bien cotizado en el mundo.

Sin embargo, desde días atrás, los medios informan que los maricultores sechuranos se han declarado en huelga indefinida (supongo implica paralizar la cosecha de conchas), habiendo amenazado con radicalizarla (¿Cierre de carreteras? ¿Raptar al director de Producción?), si las autoridades no solucionan sus problemas.

¿Cuál, dicen, es el principal problema que afrontan llevándolos a la huelga?

Los bajos precios de la concha de abanico.

Rememoro situaciones  vividas décadas atrás, cuando estaba dedicado de  pico y patas a la producción agrícola y ganadera,  recriminándome por haber sido tan estúpidos (los productores de limón de Chulucanas) por no haber pensado en adoptar la medida de los sechuranos cuando el limón valía centavos. ¡Qué estúpidos fuimos! ¡Sin duda nos hubiéramos llenado de plata ahorcando al gobierno cerrando carreteras y raptando autoridades obligándolo a comprarnos el limón a precios muy superiores al fijado por la ¿maldita ley? de la oferta y la demanda!

Cambiando de cristal, es evidente que la lamentable huelga comentada es una confirmación más del maldito germen llamado “Papá gobierno”, que nos infectó luego del nefasto régimen del llamado Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, jodiendo al Perú, cuyo síntoma principal es el querer que sea aquél quien solucione problemas propios de variada naturaleza.

Como se comprenderá, los maricultores huelguistas señalan y acusan a los exportadores de su sabroso y valioso producto de estafarlos/explotarlos pagándoles precios nimios e irrisorios para incrementar su riqueza a costa del sudor y abnegado trabajo de los sechuranos alimentando, una por una, a sus mimadas conchas.

Señores maricultores, espabílense, despierten y abran los ojos: ¡Asóciense! ¡Organícense! ¡Conviértanse en exportadores y dejen fuera de juego a quienes ahora acusan de abusadores!

Preciso que, al margen de la justa ironía, quizá el precio de la concha, como el del limón, también está sujeto a vaivenes del mercado.