LA MODERNA INQUISICIÓN

(Piura, 25 junio 2019)

Luis Gulman Checa

Abandonó los antiguos y terribles sótanos colmados de sofisticados artilugios para torturar a apóstatas y brujos, trasladándose a  modernos estudios de televisión a los que concurren personas incautas o caídas del palto, sometiéndose, libre y estúpidamente, a cruentos y ridículos interrogatorios formulados por criaturas en pañales, tal y como si estuvieran respondiéndole a San Pedro en la puerta del Paraíso Terrenal.

Como de costumbre, a primera hora hice el recorrido por los canales nacionales, topándome en uno con un ¿ajusticiado? llamado Humberto Valenzuela, flamante presidente de la novísima Autoridad del Transporte Urbano para Lima y Callao, fieramente interrogado por una dama, muy bien puesta, quien, como suelen actuar la mayoría de ellas, acribillaba con interrogantes al azorado y desconcertado entrevistado.

Como se comprenderá, el interrogatorio buscaba hacerlo revelar a qué varita mágica iba a recurrir para revertir, cual moderno Mandrake, la caótica situación del  tránsito vehicular en la antaño (m/m 60 años atrás cuando la conocí) bella, vivible y ordenada ciudad de Lima.

Considerando que el señalado acababa de recibir un encargo que  - a diferencia de autoridades elegidas sí  anhelaban el cargo  debiendo contar con un completo plan de trabajo -  no se había imaginado caería sobre sus hombros y recién estaba calentando asiento, preguntémonos:  

¿Cómo diablos pudo prestarse para ser comparsa  de los afanes de entrevistadores los cuales, en su gran mayoría, buscan el escándalo?

Por supuesto que el señor Valenzuela no ha descubierto la pólvora, pues, como se ha generalizado, por tales estudios circulan personajes que antaño era inimaginable  se mostraran a la luz pública tal y como si fueran bataclanas, incluidos magistrados, lo cual pone en tela de juicio su idoneidad para desempañar cargos de gran trascendencia. Planteemos una comparación:

Siendo aceptable (aunque populachero) que Gareca se la pase cama adentro en los estudios televisivos disertando sobre los dones del “Depredador” o la magia de “Aladino”, es chocante observar a magistrados (que antaño no concurrían ni a clubes) aireando los intríngulis de casos a su cargo.

Termino señalando mi pronóstico respecto al futuro del señor Valenzuela:

Por haber aceptado la entrevista, por sus gestos y ademanes y, fundamentalmente, por sus respuestas, no le veo futuro.