LA LEY DEL EMBUDO

(Piura, 21 junio 2019)

Luis Gulman Checa

Es la guía de los tambograndinos con sus autoridades a la cabeza, conclusión a la que llegué luego de informarme que don  Alfredo Rengifo, alcalde de Tambogrande, quitó validez/legitimidad a la consulta popular realizada el año 2015 convocada para que los moradores de algunos poblados cuya jurisdicción se disputaban las municipalidades de Las Lomas y Tambogrande, definieran a  cuál  deseaban pertenecer.

Recientemente, al suscitarse un impase intrascendente, don Jaime Vences, alcalde de Las Lomas, mencionó el acta de compromiso suscrita el año 2015 donde los alcaldes acordaron aceptar el resultado de la consulta que definió la incorporación de los caseríos a la jurisdicción de Las Lomas.

Sin embargo, ¿qué alega ahora el alcalde tambograndino?

Que la referida consulta  no tiene validez legal, por lo que los caseríos, que optaron por incorporarse a Las Lomas, continúan perteneciendo a Tambogrande.

¿Por qué la alusión a la Ley del Embudo, la cual, para los despistados, se define como Lo ancho para mí y lo angosto para ti o, más claramente, para el cojudo?

Por la lamentable y  traidora actitud de los tambograndinos atentatoria contra nuestro desarrollo oponiéndose a la explotación minera legal y formal mientras, paralelamente, se hacen los cojudos ante la desenfrenada y contaminante realizada en la parte alta de la cuenca sin generar ni un céntimo de sol por concepto de canon minero pero sí contaminando las fuentes de agua; amparados - apropiándose de la parte ancha del embudo - en otra consulta popular, muy anterior, en la que optaron por decirle no a la minería dejándose llevar, cual mansos corderos,  por foráneos (sigo pensando al servicio de los chilenos) opuestos a la minería y reales traidores a la patria.

En resumen, para los tambograndinos, la validez/legitimidad de las consultas populares depende, única y exclusivamente, no del proceso ni organización en sí, sino del resultado. ¡Qué concha tan monumental!

Sería respetable tal actitud si, además  que en ninguna parte coexistieran agricultura y minería,  defendieran la preservación de su súper  agricultura, como lo probarían los fenomenales rendimientos del cultivo de arroz de 28 toneladas de grano por hectárea/campaña  consumiendo solo 8,000 m3 de agua, lo que se vería reflejado en el envidiable desarrollo de su ciudad  dotada de servicios de primera categoría (48 horas de agua potable al día) así como infraestructura pública: calles, veredas, salubridad, orden y seguridad públicos, hospitales, estadios, polideportivos y colegios de primer nivel.


Sin embargo, para tornar más irracional, si ello fuera posible, su oposición a explotar las riquezas naturales de su territorio, nada de lo afirmado en el párrafo precedente tiene el menor atisbo de verdad, pues, a lo largo y ancho de la tierra ambas actividades funcionan de lo mejor; la agricultura en la zona  es un pálido reflejo de lo que debiera ser y su ciudad, por culpa exclusiva de sus moradores, muestra un deprimente estado de subdesarrollo.

Señor Dios:

Los piuranos, pensantes y racionales, te agradeceríamos infinitamente si encargaras al Espíritu Santo expulsar los malditos demonios que han perturbado  a los tambograndinos.