ESPANTOSO RIDÍCULO
(Piura, 16 junio 2019)
Luis Gulman Checa
Siento profunda vergüenza ajena tanto por la
decisión de la cancillería como por la actitud de los medios en relación al
contacto establecido a inicios del año 2018 entre el embajador César Bustamante
Llosa y el vocal supremo César Hinostroza, el cual, según dejan patente los audios publicados, está absolutamente
libre de cualquier clase de mácula.
¿Qué tiene de raro, corrupto o deleznable el
pedido de un vocal supremo a su amigo y tocayo diplomático, con obvios y
lógicos contactos con la embajada de Estados Unidos, con el fin de que influya
para agilizar la obtención de un visado para viajar al país del norte al que
debía ir en su calidad de magistrado representando al Perú?
Ahora, si fuera el caso que el citado
diplomático fuera una mezcla de Mandrake, Nostradamus o, por lo menos, émulo de
los brujos de las Huaringas, sí sería correcto
sancionarlo por no haber alertado desde entonces, que su amigo, hasta el
momento sin ningún señalamiento, era un delincuente que planeaba utilizar tal
pasaporte para, meses después cuando salieran sus trapacerías a la luz, huir
subrepticiamente a España.
En mi opinión, a la luz de los hechos, quien
debería ser cesado en el acto sin darle las gracias, es el aún canciller Néstor
Popolizio, al haber demostrado carecer absolutamente de carácter y, peor aún,
traicionado a un colega dejándose llevar por la grita de la masa desbocada.
Si esta barbaridad llegara a consumarse
(supongo que el señor Bustamante, siguiendo el ejemplo del señor Salaverry, presidente
del Congreso, recurrirá al Poder
Judicial en defensa de sus fueros), se abrirían las puertas para cuestionar, en
un interminable y retrospectivo ajuste de cuentas, a cientos de personajes que
circulan tranquilos y contentos sin señalamiento alguno.
Por ejemplo, últimamente está siendo invitado
a diversos canales de TV el Dr. Luis Solari, prominente, asiduo y conspicuo
colaborador de Alejandro Toledo, pudiéndose afirmar que la relación entre ambos
fue mil veces más sólida e intrincada que la recién sacada a la luz entre
Bustamante e Hinostroza. Así entonces, preguntémonos:
¿Por qué satanizar a un diplomático requerido por un
amigo para que le haga un favor, absolutamente legal, y, paralelamente, pasar
por alto y no cuestionar a la larga serie de personas que durante varios años,
coloquialmente, “comieron del mismo plato”, con el delincuente prófugo
Alejandro Toledo?