¿EMPRESAS DELINCUENTES?
Piura, 20 noviembre 2019)
Luis Gulman Checa
Hasta el
día de ayer había creído que solo las personas de carne y hueso eran capaces de
perpetrar crímenes, como lo confirma que los entes encargados de administrar
justicia, a lo largo y ancho de la tierra, siempre sentaron en el banquillo de
los acusados a hombres o mujeres. Sin embargo, tan luego leí la nota editorial
de “El Comercio”, edición de la víspera, titulada: ¿CORROMPEN PERO HACEN
OBRAS?, tomé conocimiento que estaba
errado, habida cuenta la ¿inobjetable? opinión
del ilustre decano de la prensa nacional, condenando a EMPRESAS CONTRATISTAS
por corruptas.
Se trata,
como se entenderá, de las integrantes del motejado “Club de la Construcción”,
cuyos ejecutivos se habrían puesto de acuerdo para repartirse obras públicas,
mayormente a cargo del ministerio de Transportes y Comunicaciones, en
coordinación con sus FUNCIONARIOS, ellos sí seres humanos de carne y hueso
pasibles de ocupar los banquillos señalados líneas arriba.
Para que
todo el mundo entienda: así como depende del jefe de cocina el que un lomo
saltado pueda calificarse como manjar de los dioses o birria intragable, así
también la transparencia, calidad y honestidad de la ejecución de una obra pública,
depende, ÚNICA Y EXCLUSIVAMENTE, del responsable y funcionarios de la entidad
convocante.
Desde que
“saltó la liebre” me llamó la atención la satanización de las empresas. ¿Por
qué? Por cuanto, en el fondo y mirado el asunto desapasionadamente, antes que
delincuentes son víctimas de rateros que, Dios sabrá cómo y porqué, llegaron a
ocupar cargos trascendentes y de confianza. Recordemos: ¡PAGA BARATA CARAJO!
Imaginemos
el grado de demencia y/o torpeza del ejecutivo de una empresa contratista que,
ante la convocatoria de una Licitación Pública, se acerque a la dirección de la
entidad a preguntar cuál es el nivel de las coimas habituales y, también, cuál
es el mecanismo de pago y el interlocutor.
Supongo (por cuanto todas y cada una de las obras ejecutadas por
entidades a cargo del suscrito se concluyeron sin ningún problema), que el imaginario “balón de la corrupción” se pone
en movimiento desde las entidades. Por
ello, como ya precisé, los postores devendrían en víctimas.
No osaría
negar las atroces circunstancias que, desde algún tiempo atrás, sumieron la
OBRA PÚBLICA en el infierno, más aún cuando en nuestro terruño, Piura, tenemos
un monumento a la corrupción, ignorancia e incompetencia (de plena responsabilidad de la entidad) como
es el malhadado proyecto Alto Piura.
Aprovecho
para aseverar que jamás nos tocó la puerta alguna empresa contratista con el
objeto de rapiñar el erario, usándonos, tal y como si fuéramos pobres diablos o
mal nacidos, como meros instrumentos útiles para lucrar con dinero mal habido.
Por ello, me llama poderosamente la atención que varias de las que contrataron
con entidades a nuestro cargo, que se desempañaron impecablemente, actualmente estén
satanizadas como corruptas.
Finalmente,
un consejo para el Ejecutivo:
Inmediata luz verde
para que Odebrecht concluya Chavimochic.