GRACIAS DOÑA MARÍA
(Piura, 07 noviembre
2019)
Luis Gulman Checa
Me dirijo a doña María Álvarez Camacho, la
jueza que dictaminó la devolución a Odebrecht
del saldo que se le había retenido por la venta de la hidroeléctrica Chaglla,
de su propiedad, abriendo, de par en par, la puerta por la que desfilarán las
confesiones, acompañadas por pruebas irrefutables, de los exejecutivos de la
constructora brasilera desnudando y poniendo en evidencia a todos y cada uno de
los corruptos funcionarios peruanos que le exigieron asquerosas coimas.
Digresión:
Siendo respetuoso de la pluralidad de
opiniones, pero, franca y desconcertadamente, reconozco que mi mente no es
capaz de asimilar cómo, personas aparentemente pensantes y amantes de su país, pueden
criticar tan sabia y necesaria decisión tomando el rábano por las hojas, por
cuanto no puede explicarse de otro modo su oposición satanizando a la empresa
pasando por alto - ¿conveniente y/o interesadamente? - que la primera prioridad
para el Perú es identificar a sus propios sátrapas y traidores a la patria.
Reconociendo que las prácticas de la Santa Inquisición
fueron descartadas desde mucho tiempo atrás, pero, a modo de ejercicio para
remover conciencias e intelectos, ¿dónde pondría usted su cruz, estimado
lector, ante un imaginario referéndum convocado con una sola pregunta?
¿Está usted de acuerdo
con la ejecución (muerte) de los funcionarios que, traicionando su país, antepusieron su interés personal al
de todos los peruanos exigiendo coimas?
SÍ
NO
Sin embargo, el bombardeo dirigido exclusivamente
contra Odebrecht es una prueba irrefutable de una de dos situaciones: 1) los
peruanos hemos perdido nuestra capacidad de pensar o 2) la corrupción continúa
viva y coleando. ¿Por qué? Por cuanto habría que ser idiota para NO SABER que
al igual que ella, todas las contratistas brasileras fuera asoladas por
exigencias similares formuladas por corruptos.
Así, entonces, tratándose de Piura, territorio
donde fatal, triste y lamentablemente se erigió un fantástico monumento a la
ignominia, por cuanto no de otro modo merece describirse la forma cómo se manejó la ejecución del Alto
Piura, cuyos detalles es innecesario reiterar, deberíamos preguntarnos lo
siguiente:
¿Acaso el Ministerio
Público también se corrompió?