LOS MILLONARIOS
(Piura, 24 noviembre
2019)
Luis Gulman Checa
¡Qué jodido ser
millonario en un país en el que imperan la envidia y el “palo encebado”!
Empecemos preguntándonos si la existencia de
millonarios es una bendición de Dios o un maldito designio de Satanás. Así, concluiríamos que hay prohijados por ambos pero claramente
diferenciados: mientras los primeros
nacen a partir de seres excepcionales, en el buen sentido del
término, creando prosperidad, trabajo y
desarrollo, para gran cantidad de personas, gracias a su inteligencia, visión e
incontenible deseo de superación, como por ejemplo, Luis Banchero Rossi (¿cuándo
sabremos quién fue el mal nacido que ordenó su asesinato?); los otros amasaron
sus fortunas robando, matando, corrompiendo a cuanta autoridad le salió al frente,
es decir, zurrándose en todas las normas éticas y morales con tal de
enriquecerse. ¿Ejemplo mundial de los mismos? El “Patrón” Pablo Escobar.
Los millonarios son envidiados hasta por
personas de buena posición económica, como lo demuestran los varios opinantes
que, empujados por la envidia/resentimiento que les brota por los poros, hacen cera
y pabilo de ellos tal y como si su condición no se debiera, básicamente,
a su propio esfuerzo.
Imagino que estos incalificables, al ser
sobrepasados conduciendo su modesto Toyota por una caravana conformada por un
kilométrico Mercedes Benz más cuatro camionetas transportando guardias de
seguridad; deben quedar al borde del colapso por la incontenible envidia que
los invade. Sin embargo, así como ésta
los desborda, también carecen absolutamente de sentido común al no ser capaces
de comprender que, realmente, sus envidiados deberían envidiarlo. ¿Por qué?
Por cuanto, mientras
él, feliz, contento y despreocupado puede hacer de su vida lo que le plazca y
reunirse con quien desee y donde quiera, el otro, abrumado por la inmensa
fortuna que lo rodea devino en esclavo de ella.
Es cierto que el millonario dispone de los
medios, por ejemplo, para manducarse un toro en cada almuerzo, lo que para el
envidioso sería un sueño inalcanzable. Pero, ¿acaso habrá un ser sobre la
tierra capaz de tragar 300 kilos de carne de un tirón? Así, entonces, a pesar
de los millones que carga sobre sus hombros, a duras penas avanzará a consumir
un bife, igual que el envidioso.
Probablemente el odio exacerbado e irracional
que a muchas personas les generan los millonarios se funda en su falta de
discernimiento para apreciar que FORTUNA no es un concepto ligado, únicamente,
al DINERO.
¿Cuánto valen unos hijos maravillosos por su carácter,
inteligencia y buena disposición, los
cuales, además, podrían ser émulos de
Afrodita o Adonis, que bendijeron una
familia no solo imposibilitada de visitar Miami sino que ni siquiera dispone de
carro propio? Así, entonces, ¿no abundarán personas, auténticas mendigas al lado
de los millonarios, pero mil veces más AFORTUNADAS?
Imaginemos a Satanás tentando a un desquiciado
envidioso que, cosas de la providencia, concibió un hijo maravilloso,
proponiéndole lo siguiente:
Te doy, en maletines,
100 veces el monto que le entregaron a la “China”, a cambio que me entregues tu
hijo.
¿Aceptaría el trueque?
Señor Dios:
Bendícenos a los
peruanos con la aparición de 100 nuevos millonarios cada año.