OSCURO Y TENEBROSO FUTURO
(Piura, 21 noviembre 2019)
Luis Gulman Checa
Es el que espera al país según premonición del
distinguido constitucionalista Carlos Hakansson, plasmada en su columna de la fecha publicada
en “Correo”, cuyo resumen, en palabras simples al alcance de cualquiera, sería
el siguiente:
En las próximas
elecciones de enero pulularán candidatos carentes de los atributos inherentes a
un auténtico político, quienes, ante la ausencia de un organizado sistema de
partidos auténticos, reemplazados por agrupaciones desconocidas que cuentan con
inscripción y, por tanto, subastan o venden al mejor postor la ubicación en sus
listas de candidatos; se originará un
Congreso incapaz de solucionar los problemas que vienen aquejando nuestro país.
A juzgar por los cambios de camiseta que
se han producido, más las no pedidas pero deleznables y hasta vergonzosas
explicaciones que cotidianamente vienen dando muchos se estos ¿infieles?, además
de la proliferación de postores que antaño llegaron a otros cargos (muchos para
desgracia de los ciudadanos) y/o se
graduaron de candidatos eternos y nunca elegidos a cuanto cargo se
ofertó; lo expuesto por el citado experto no deja de ser una posibilidad. Sin
embargo, tal premonición está dejando de lado al gran protagonista del futuro
proceso: el ELECTOR.
Si asumiéramos que, a Dios gracias, un elevado
porcentaje de votantes hubiera desarrollado una aceptable capacidad de análisis y entendimiento, es
decir, que la gran mayoría de electores no se dejará meter el dedo en la boca por
la recua de candidatos impresentables; si será posible que el próximo Congreso sea
digno y respetable, es decir, todo lo contrario al disuelto, cumpliendo con las
expectativas que anidan en mentes y corazones de los peruanos de bien.
Así, entonces, en enero se dilucidará si es
posible que el Perú enrumbe hacia el desarrollo a través de la vía democrática
o, por lo contrario, si como ya sucedió en abril de 1992, ello sigue siendo un
sueño remoto y todavía irrealizable.
Recordemos: por aquel tiempo, luego de DIEZ
AÑOS de gobiernos democráticos, las condiciones imperantes en el país eran
espeluznantes. Sin embargo, un auténtico Golpe de Estado, aplaudido por la gran
mayoría de la población, nos salvó de seguir precipitándonos al abismo, confirmando
que no estábamos preparados para vivir
en democracia y que, necesariamente, requerimos de una mano fuerte que nos guíe y conduzca.
Aquellos que abominen del citado Golpe de
Estado por la rapiña que genero a
posteriori, recuerden que ese mal hasta ahora sigue instalado en el ADN nacional como está
ratificándose cada día que pasa por la
desbordada e incontrolable corrupción, reina y señora del país.
En consecuencia, tal mal, trátese de gobiernos
democráticos o autoritarios, sigue gozando de buena salud, engordando y
ensanchándose, sin, aparentemente, tener solución. Sin embargo, en atención al
aserto que dice: A grandes males, grandes remedios, reitero que su erradicación
se logrará, en el término de la distancia, cuando a los corruptos se les
aplique la misma medicina que la administrada a los animales aquejados por la
rabia.