¿SEREMOS PERUANOS LOS PERUANOS?

(Piura, 1° noviembre 2019)

Luis Gulman Checa

Aunque la pregunta parezca necia, me vino a la mente cuando el figurado vaso en el que iban depositándose las opiniones vertidas por  periodistas y opinantes sobre la coyuntura que afrontamos, se colmó. Así, mi espíritu se rebeló ante tanta inquina, maledicencia, odio y resentimientos soterrados en almas y corazones que, portando DNI, parecerían desear la difuminación del Perú.

Siendo  la búsqueda del  bienestar y progreso lo que debe anidar en el espíritu de cada uno de nosotros y, habiendo recientemente sorteado una peligrosa y figurada ola que podría habernos ahogado, preguntémonos, apelando a terminología futbolera:

¿Acaso no deberíamos estar felicitándonos, locos de contento, tan igual como cuando se anota el gol del triunfo en el minuto 95 o imitando los besos y abrazos al arquero cuando atajó un penal en el minuto 88 y ganábamos por 1 a 0?

Sin embargo, habiendo pasado la tormenta y retornado la calma, el capitán de la nave, contra todo pronóstico por su condición de “provinciano” (¿peruano de categoría inferior?), inexperto y casi advenedizo, la sorteó magníficamente  como quedó demostrado por el masivo apoyo/respaldo ciudadano y,  en vez  de las esperadas reacciones figuradas señaladas líneas arriba, el ambiente actual está plagado de serpientes y escorpiones llenos de veneno oscureciendo el panorama, cuando, si fueran personas de  bien, estarían pronunciando discursos llenos de fe y esperanza en el futuro.

¡Cuidado! No estoy poniendo la mano en el fuego ni extendiendo cheque en blanco a favor del presidente Vizcarra ni, tampoco afirmo sea un émulo de Churchill (*), pero sí estoy rebosante de optimismo no solo en que tomará las mejores decisiones para el país sino que ruego y anhelo  así sea.

La jugada maestra del presidente ha consistido en desprenderse del balón dejándolo a nuestra disposición, es decir, del electorado peruano que dentro de plazo muy corto tendrá la oportunidad de convertir un gol de media cancha en caso elija un Congreso digno y respetable o, imitando a Cueva en el mundial de Rusia frente a Francia, desperdiciar tan brillante oportunidad poblándolo, mayoritariamente, de ignaros, corruptos e impresentables, muchos de ellos idóneos para integrar una jauría.





Un pensamiento/reflexión, que Dios quiera anide en cada mente,  antes de emitir el voto, sería el siguiente:

Estando aquejados por tantas necesidades que el Estado  no puede cubrir por falta de recursos, y, proviniendo los mismos de los impuestos que recauda, ¿acaso no es del más elemental sentido común descartar a todos quienes - estúpida, irracional y traidoramente - se oponen a explotar nuestros recursos impidiendo robustecer el erario?

(*) Aunque me encantaría si, por lo menos, lo imitara.