LA OBRA PÚBLICA EN LA
PICOTA
(Piura, 02 noviembre
2019)
Luis Gulman Checa
El reciente Decreto de Urgencia, N° 008-2019,
con el objeto de reactivar obras de infraestructura pública tiradas y/o
abandonadas; es útil para recordarnos que desde años atrás tal actividad ha
venido siendo la fuente principal de la que se han nutrido la pléyade de corruptos
y rateros camuflados bajo cargos
públicos.
En principio, pienso, la autoridad hace bien en
transparentar tan agudo problema a la par de plantear un destrabe o solución,
habida cuenta que, debemos suponer, las citadas obras son necesarias por lo que
su culminación y puesta en servicio son tareas urgentes.
Sin embargo, estando las obras limpias de polvo y paja, en el
sentido que su parálisis no es de su responsabilidad sino de los humanos
perpetradores, pienso que la norma debió enfocarse, directa y radicalmente, en
higienizarlas, es decir, quitarles la podredumbre humana que atentó contra
ellas.
Tomando al toro por las altas y/o llamando al
pan pan y al vino vino, inquirámonos lo siguiente:
¿Sería racional,
inteligente o apropiado en el caso del
Alto Piura, una de las principales inmersas en el D.U., quitarle las trabas
como por arte de magia para dejarla en
las mismas manos que la pervirtieron, el dúo GRP - Peihap?
Un error, según mi modesto parecer, cometido
por medios y algunos opinantes, es satanizar, condenando al infierno, a las empresas
acusadas de integrar el cártel Club de
la Construcción, responsabilizándolo absolutamente de la gravísima situación
que venimos comentando.
Así como en una orquesta sinfónica es el
Director quien lleva la batuta y, por tanto, es el dueño y señor del
espectáculo; en la obra pública tal tarea recae en el Dueño de Obra, un ente
público que, a su vez, tiene un funcionario a la cabeza. Así entonces, si el
responsable de la entidad es una persona bien nacida y/o de pelo en pecho, no
habrá cártel en el mundo, por más poderosos que sean sus integrantes, capaz de
pervertir la obra.
Considero que el Estado imitaría a Don Quijote
batiéndose en denodados duelos contra molinos de viento en caso continuara
disparando sus baterías contra las empresas - cuya santidad solo un loco
defendería por cuanto omitieron denunciar a los funcionarios que las
extorsionaban -, en vez de limpiarse a sí mismo deshaciéndose y condenando a
los pícaros, sinvergüenzas y ladrones que, traicionando sus mandatos, se
zurraron en la ciudadanía optando por su propio y asqueroso enriquecimiento.