CUANDO RECORDAR APENA
(Piura, 23 mayo 2016)
Luis Gulman Checa
El suplemento dominical de “El Tiempo” de
ayer nos trajo un largo extracto del discurso pronunciado por Antonio Mabres en
el Salón de Actos de la MPP en el acto conmemorativo por los 125 años de la creación de la Cámara de
Comercio de Piura y, a medida que lo leía, la nostalgia y congoja me iban
invadiendo el espíritu al comparar los antiguos tiempos y hombres con los
actuales.
¿Por qué habremos
caído tanto? ¿Qué pasó con Piura y los piuranos?
La aparición de tales sentimientos se
explican tanto por la enorme y evidente diferencia de calidad entre los
piuranos de antaño y los de ahora, como también por la nutrida referencia a
antecesores del suscrito mencionados, lo que era inevitable habida cuenta su
preponderancia, don de gentes y preocupación por el progreso de la comunidad en
general, características que no solo adornaban a los míos sino también a los “señores”
de antaño.
Soy de los convencidos que el gran
responsable de nuestra triste situación actual fue nuestro resentido y
acomplejado paisano Juan Velasco, quien, sin duda, queriendo desquitarse
y/o vengarse al haberse sentido discriminado o segregado en sus años
mozos dada su condición (situación muy importante en la época), cuando le sonrió
la fortuna aprovechó para echar fuera el odio que había ido incubando por décadas optando
por destrozar
a Piura. (En Arequipa, recordemos,
no pudo poner ni un dedo).
No solo la agricultura quedó desolada sino
también la élite de la sociedad por cuanto la obligada migración de piuranos diezmó
la reserva
ciudadana que es el fundamento del sostén y progreso de los pueblos.
Para aquellos que aún ahora defienden la
desgraciada Reforma Agraria impuesta por Velasco, les hago recordar que no solo
sirvió para deshacer de un plumazo lo que había costado décadas implantar en
Piura:
una actividad agraria próspera y en permanente desarrollo, con el falaz
argumento propio de los gobernantes buenos solamente para echar a sus países al
hoyo:
¡El patrón no comerá
más de tu pobreza!
La consecuencia de tan aberrante medida -
fatalmente para la gente del campo, víctima inocente -, fue que si bien el
patrón dejó el campo, las desventuradas gentes quedaron a la deriva y sin
comida, por cuanto, al desaparecer el patrón también se esfumó todo el sistema
productivo y el bienestar imperante.
Entonces, si fuera cierto que los patrones
dejaron de comer de la pobreza de los “explotados” del campo:
¿Cómo calificaríamos
la situación de los miles de trabajadores que ahora mismo despiertan a las
cuatro de la mañana, viajan horas hacinados en buses hasta las chacras donde
trabajan y retornan a sus moradas entre las cinco y seis de la tarde y, durante
ese largo lapso, el patrón no les proporciona ni una mísera migaja de pan para
saciar el hambre?
Contradictoriamente, al mismo Velasco que
quiso reivindicar los derechos de los explotados del campo, como
también atacar al Chile de Pinochet para recuperar las provincias que nos fueron
expoliadas (lo que propició el golpe del ¿patriota? Morales Bermúdez);
el transcurso del tiempo le demostró que el tiro le salió por la culata. ¿Por
qué? Por lo siguiente:
¡Ahora abundan los
patrones chilenos comiendo de la pobreza del campesino piurano!