SEÑOR NUESTRO: ¡DANOS FUNCIONARIOS HONESTOS!
(Piura, 13 mayo 2016)
Luis Gulman Checa
Según el DRAE, la definición de funcionario
es “empleado público”, de modo tal que el calificativo engloba a
todos quienes laboran en el sector público, desde capitán, (presidente de la República)
a paje (portero de algún edificio estatal).
¿Cuál es, en términos generales, la tarea de los funcionarios? Coadyuvar,
desde el cargo que desempeñen, a que los
asuntos de Estado marchen de la mejor manera posible, es decir, que los
criterios aplicados en todas las instancias para tomar decisiones y ejecutarlas,
tengan como único norte el progreso y bienestar de todos los peruanos. Así,
resulta evidente que el requisito fundamental para que un ciudadano merezca el
calificativo de buen funcionario, necesaria y obligatoriamente, tiene
que ser honesto.
Naturalmente la honestidad por sí sola no
basta al haber innumerables ciudadanos honestos cuya capacidad de razonar es
limitada, ergo, deberían cumplir labores
intermedias y/o de apoyo. Graficando lo dicho con un ejemplo referido al
Ejército Peruano, a duras penas ascenderían hasta el grado de Capitán.
Con razón, estimado lector, se preguntará
usted ¿por qué tal perorata? Por cuanto,
como sucede casi cotidianamente en los medios, la edición de “Correo” de la
fecha apareció con la siguiente primera plana:
Cuestionan compra en
UNP
Empresa que vende equipos es de Arequipa y entre
proveedores de la universidad hay dos hermanos que son titulares de dos compañías
diferentes.
Encargados de abastecimiento señalan, sin embargo, que
compras se realizaron a través de Convenio Marco y la entidad no selecciona a
los proveedores.
El día de ayer nos enteramos de la desastrosa
y evidentemente corrupta gestión en la construcción del “emblemático”
colegio Nuestra Señora de Fátima.
La antevíspera, del robo al erario perpetrado
en la Corte Superior de Sullana aprovechándose de la adquisición de equipos de
cómputo. Y así, podríamos comprobar que los medios cotidianamente nos recuerdan
que la corrupción ha infectado casi absolutamente el aparato público.
Entonces, ante tal situación, deberíamos
plantearnos la siguiente pregunta:
¿Quién apareció
primero, el huevo o la gallina?
Que, referida al tema que nos ocupa, se
traduce así:
¿Quiénes aparecieron
primero, los corruptores o los corruptos?
Una vivencia que puede coadyuvar a aclarar el
panorama:
A inicios de los 90,
el PEHAP, a la sazón bajo la dirección del suscrito, vía Licitación Pública,
adquirió dos camionetas pick up a un precio inmejorable. En tal circunstancia
me visitó un empleado de la empresa
ganadora con el obvio encargo/intención (evidentemente según la costumbre) de “darme
la mía”. ¿Por qué? Por cuanto me dijo: “hemos ganado la licitación” y quedó en
silencio, obviamente invitándome a que yo “pusiera mis condiciones”. Lo miré y
le dije: “Sí y les agradezco porque ofertaron un precio inmejorable y nos ha
sobrado dinero. También te digo, por si acaso, que aquí no le vas a dar ni un
puto centavo a nadie, porque si me entero de algo te hago polvo”.
¡Parecería que no solo a los violadores habría que
cortarles los huevos!