FOBIAS NEFASTAS

(Piura, 22 junio del 2016)

Luis Gulman Checa

La que motiva el presente es la  injustificada e irracional  fobia que ha perturbado la mente de Víctor Andrés García Belaúnde quien - imitando a los antaño cazadores de brujas durante el imperio de la Santa Inquisición - se le ha prendido con uñas y dientes a Gilbert Violeta; no solo  flamante congresista oficialista, sino de importante y notorio desempeño durante la fenecida campaña como hombre muy cercano a PPK .

Prueba indiscutible de la extraña actitud de G.B. - quien parecería subconscientemente desear el fracaso del gobierno de PPK yendo en contra del Perú - es su frase publicada en entrevista publicada por Perú.21 el pasado martes 21 de junio, día de San Luis Gonzaga:

“Los cuarenta votos que salvaron al señor Gilbert Violeta en el Congreso son de personas que quieren subirse al carro del ganador (de PPK) porque no fueron reelectas. Quieren seguir trabajando en el Estado, colgadas de la ubre fiscal”

Parecería que las telas de araña habrían  obnubilado la mente de G.B. al haber perdido la noción del tiempo. ¿Por qué? Por cuanto a mediados del año 2016, él, necio hasta el colmo de la necedad - actitud común cuando las mentes ya están de salida - machaca y machaca  una relación comercial del señor Violeta con el ahora preso abogado/empresario Rodolfo Orellana quien, supuestamente, ha perpetrado infinidad de delitos, por lo que, mientras no recaiga sobre él condena firme,  continuará solo bajo sospecha.

¿En qué me baso para descalificar la actitud de G.B.? En que el contacto que él alude se produjo el año 2006. Pregunto, ¿en aquella época había algún manto de sospecha sobre el citado Rodolfo Orellana? Absolutamente nada por cuanto, para los fines prácticos, el señor no existía.

Le pediría a G.B. que, introspectivamente, se analizara  determinando si alguna vez tuvo trato/roce/amistad con alguien que, con el transcurrir del tiempo, demostró ser de calaña similar o peor de la imputada a Rodolfo Orellana, y/o, si jamás tuvo que arrepentirse por alguna acción o dicho a favor de alguien que, a la larga, le demostró haberse equivocado.

Lo digo con conocimiento de causa porque lo he experimentado: en diciembre de 1984 dediqué un panegírico a Alan García en el curso de una cena en el Club Grau de Piura. Así viviera más que Matusalén, el tiempo no me alcanzaría para arrepentirme por haberme dejado llevar por mi ingenuidad. 

Finalmente, es oportuno traer a colación el conocido aserto:

El ladrón juzga por su condición

Así, mientras el suscrito en el panegírico aludido se expresó de acuerdo a lo que él haría, ¿acaso también G.B. soltó semejante acusación concordante con su propia línea de conducta?