¿Y LOS DERECHOS DE LOS RECLUSOS?
(Piura, 01 junio 2016)
Luis Gulman Checa
Se supone que el ser humano, por “inhumano”
que sea, es decir, asaltante, criminal, rapiñador del erario, violador,
parricida, infanticida, etc.: continúa poseyendo derechos constitucionales,
ergo, en una sociedad civilizada como se supone es la nuestra; bajo ninguna
circunstancia se le debe tratar peor que a las bestias salvajes. Sin embargo,
según informaciones, así vendría sucediendo:
Hacinamiento en penal
de Piura supera el 300%
Alberga 3,211 reclusos habiendo sido construido para 1066
Supongamos, estimado lector, que usted fuera
el jefe del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), “dueño, señor y
responsable” de los penales en el Perú. Si cualquiera de ellos llegara al tope
de su capacidad de albergue, ¿acaso no cursaría un oficio al presidente
de la Corte Superior respectiva advirtiéndole que no recibirá ni un solo
huésped más?
Adicionalmente, también supuestamente, los
centros de reclusión tienen por fin lograr la readaptación de los internos, lo
que, expresado en criollo, implica que el período de internamiento serviría
para convertirlos en nuevas y mejores personas, es decir, la carcelería sufrida
los haría reflexionar y meditar sobre los inconvenientes de violar la ley por
lo que, una vez cumplida su condena y reinsertados en la sociedad, serían
ciudadanos ejemplares.
Sin embargo, todos los objetivos expuestos
líneas arriba se convierten en discursos vacuos y falsos cuando los penales son
atiborrados dejando de ser Centros de Readaptación Social convirtiéndose en Academias formadoras y
perfeccionadoras de toda clase de delincuentes.
Entonces, reflexionando, concluiríamos que
las instituciones responsables de darle tranquilidad y seguridad a la
ciudadanía, Poder Judicial, Ministerio Público e INPE, serían las grandes responsables del creciente
y galopante incremento delincuencia -
bajo todas sus variantes - poniendo las
cárceles a disposición de los grandes
“capos”, dueños y señores de las mismas, para
planificar las acciones de sus secuaces/esbirros que continúan en las
calles.
Lamentablemente, se analice el problema con
el cristal que se quiera, en este tema también estamos en la época de la carreta. Empezanso
por el Poder Judicial: ¿Acaso no es la pura verdad que justicia que no es
rápida no es tal? ¿No es también cierto que el peor arreglo es preferible al
mejor juicio ante la inoperancia y desidia de los jueces? Finalmente, ¿cuántos
presos se la pasan años sin recibir sentencia? Entonces, ¿por qué enviar tan
alegremente a la cárcel (cuando estas no “existen” al estar atiborradas) a
personas que bien podrían ser investigadas en libertad? ¿Nuestros legisladores
no han visto ni una película donde en países auténticos, personas acusadas o
sospechosas de haber perpetrado un crimen, previo pago de una fianza monetaria,
se van a sus casas hasta que termina el proceso?
¡Y pensar que grandes
demagogos - a los que felizmente el electorado acaba de propinar una merecida
patada en el fundillo - querían hacernos creer que estábamos ad portas de
ingresar al primer mundo!