REVOCATORIA DE AUTORIDADES: LACRA NACIONAL
(Piura, 14 junio del 2016)
Luis Gulman Checa
Planteémonos una simple reflexión:
Si la ciudadanía
elige a sus autoridades en procesos
abiertos, limpios y claros; si, como es obvio, los aspirantes a ser elegidos
necesariamente son personajes pertenecientes al medio y, por tanto, conocidos
por los vecinos/electores; si, en muchos casos, como el del actual alcalde de la MPP, postulan más de una vez
antes de lograr su objetivo, es decir, son personajes archí conocidos; entonces,
preguntémonos:
¿Acaso no es lo justo que por “burros” soportemos a quien elegimos (si
realmente fuera un desastre) para educarnos de modo que en el futuro votemos
usando el cerebro mas no los pies?
Está demostrado que en países en desarrollo
como el nuestro, los procesos electorales, en vez de fiestas como los califican
algunos mordaces, son etapas en las que aflora lo peor que anida en los
corazones de muchísima gente: candidatos, periodistas, opinólogos, etc. ¿Prueba
de lo afirmado?
Con la mano en el
corazón, ¿acaso no es verdad que todos y cada uno de los peruanos ha sentido
que la calma, paz y tranquilidad volvieron a su espíritu apenas culminó el reciente
proceso/circo/chaveteo electoral, según la conducta de los diferentes actores?
En consecuencia, estas malhadadas revocatorias
solo son útiles para atentar contra las citadas condiciones trabando
nuestras posibilidades de progreso.
Ahora, analicemos las revocatorias desde otro
ángulo, el de los promotores de las mismas preguntándonos si sus intenciones son
puras y limpias, es decir, si su móvil
es la desesperación que los embarga al constatar que la autoridad es un
desastre (por el motivo que fuera) y hay que echarla o, si por lo contrario,
están motivadas en justas, adecuadas e imprescindibles medidas dispuestas por
la autoridad en contra de sus propios y
particulares intereses.
Entonces, supongamos que se pone en marcha un
proceso de revocatoria contra el alcalde y cuerpo de regidores de la MPP
incoado, patrocinado, alentado y dirigido por los “gremios” de moto taxistas, agrupaciones de conductores de motos
lineales y asociaciones de los denominados taxis dispersos, en tal caso,
estimado lector, respondámonos in pectore la siguiente pregunta:
¿Acaso no habría que
ser deficiente mental para apoyarla?