RUIDOS INSOPORTABLES E INÚTILES
(Piura, 03 junio 2016)
Luis Gulman Checa
Si una persona adquiere un vehículo, el
vendedor, siguiendo la moda snob y huachafa, le dirá que debe instalarle una alarma contra robos ante
el incremento de la delincuencia. Así, el flamante propietario, feliz y orondo,
se convertirá en un indeseable más suelto en plaza atentando contra la paz y
tranquilidad de la población porque la bendita alarma solo será
útil para contaminar el ambiente con sus incesantes, penetrantes y odiosos
pitidos.
Me pregunto:
¿Acaso estos simplones y huachafos, - que ni siquiera han
notado que todas truenan igual - no se han enterado que para robarle el
vehículo lo asaltarán cuando esté conduciendo cerrándole el paso, tirándolo
a la calle, dejándolo a pie y la
“bendita” alarma no le servirá de nada?
Pero, vayamos más allá y le pregunto a usted,
estimado lector:
Si tuviera su
flamante y “protegido” vehículo estacionado en una calle y la alarma tronara
diez o quince veces durante la jornada sin que nadie hubiera intentando
manipularlo o robarle algo, ¿su sentido común y elemental respeto al prójimo no
deberían indicarle que debe desmontar tan malsano, inútil e inadecuado adminículo por cuanto, basta que
pase a su lado cualquier vehículo con escape libre o a buena velocidad para que
se eche a chillar como si de una violación se tratara?
Evidentemente, por lo que sufrimos
cotidianamente, tales virtudes han desaparecido del medio y cada cual vive y
actúa a su regalada gana zurrándose en el prójimo tal y como si se hubiera
impuesto la ley de la selva.
Para colmo del absurdo, cuando estos
conductores acuden a lugares populosos, digamos cinemas o mercados, dejan muy
tranquilos sus vehículos los que, si de verdad fueran forzados y la alarma
sonara, ¿de qué les serviría estando, por ejemplo, cómodamente instalados disfrutando de una
película?
Naturalmente, en los tiempos actuales,
existen alarmas que alertan silenciosamente al propietario que alguien “ha
tocado” su vehículo aunque se encuentre a una distancia de 700 metros, por
cuanto será su llavero quien se lo indique sin molestar ni perturbar al prójimo
quien, al fin y al cabo, no tiene nada que ver con vehículos ajenos.
Obviamente, cuestan tres veces más que las inútiles y perturbadoras.
Pero, en el epígrafe dice ruidos,
siendo el otro el producido por las bocinas y, en este caso creo sería
de aplicación, antes de otorgar brevetes, determinar el IQ del postulante. ¿Por
qué? Porque hay que ser bruto, tapado y tarado hasta la temeridad para creer
que, haciendo tronar la bocina, por ejemplo, una anciana auténtica (entre 90 y
100 años) trepe instantáneamente al auto que la espera.
Sin embargo, más bestias aún son aquellos
conductores detenidos ante la luz roja de un semáforo que, cuando vira a verde,
al unísono hacen tronar sus bocinas como si con ello, milagrosamente, todos los
vehículos que lo anteceden en la cola fueran a esfumarse y ellos poder avanzar raudos a su destino.
¡Estas lacras las
sufrimos ante la inoperancia de la MPP!